Las palabras tuyas son como espinas que en mi pecho clavas, penetrando mi corazón que sufre y va oscilando día y noche, perdido entre neblinas.
No eres capaz de estar callada un poco; tu boca escupe y tuerce los conceptos; de tus labios, puedo decir que son ineptos, sintiéndome aturdido como un loco.
Si remonto al origen de tus besos, sé que eso lo dices en un momento de ira; solo quieres que me encienda.
Si me dejé llevar por tus excesos, que fueron fragorosos, y no miento, también por ellos tuve más tu hacienda.
Y no tengo propósito de enmienda.
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