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martes, 26 de diciembre de 2017

NOTICIAS FRESCAS

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ

            Los días de un sofocante calor de final de primavera y unas noches inacabables de insomnio, me llevaban hacia la desesperación. Había cogido unas cortas vacaciones, y no sabía adónde ir. Mis amigos habían pensado en salir a las islas Canarias. Uno de ellos me envió más tarde un e-mail diciéndome que me fuera directamente a Lanzarote. Ya no me daba tiempo a buscar un billete de avión para que me llevase, salvo que pagara demasiado por él, dada la época. Así que me dediqué a rebuscar en e-mail antiguos, que suelo guardar, sobre todo los de viajes que me mandan de las agencias, por si luego me decidiera por alguno en concreto.
Después del almuerzo, mirando me encontré con el e-mail más antiguo. Ya estaba un poco adormilado, y leí que me hablaba de mis hijos, de la custodia de ellos y de lo que tenía que aportar económicamente. Eso ya lo sabía, y lo consideraba demasiado. Pero seguí amodorrado, con propensión al sueño.
De repente, me incorporo a la realidad al oír el sonoro timbre de mi teléfono antiguo de la entrada. La voz decidida y cromática -agradable- de mi abogado me dice lo que estaba esperando desde hacía tiempo: "Noticias frescas. Tu ex-mujer se ha casado".
Ipso facto, no lo dudé ni dos segundos, llamé a la operadora del aeropuerto: "Por favor, un billete en primera línea para Lanzarote. A ser posible, que sea para hoy".

jueves, 14 de diciembre de 2017

NO HUYAS PRIMAVERA


CRISTÓBAL ENCINAS  SÁNCHEZ

Los campos tristes y solos se quedaron.
Aromas de azucenas y otras flores,
se los privaron de ellos tus amores: 
tus huellas en sus mentes se grabaron.

Anhelan todos tu pasado; amaron
en toda hoja escondida tus colores;
mas no encontraron rastros ni rencores;
sinsabores dejaste, marchitaron.

Se va pudriendo todo, pero esperan
el amor que tú les diste en tu lecho.
Sí, ni la paz ni la vida prosperan.

Anhelan tu regreso; y yo te echo
pesares del esfuerzo que reiteran,
amores que tenemos sin despecho.

domingo, 10 de diciembre de 2017

HE OÍDO COSAS

Cristóbal Encinas Sánchez

He oído cosas,
como que te marchas.
Y no puedo permitir que te diluyas
después de tanto tiempo transcurrida en mí,
que te inmiscuyes como música
en vívidos tránsitos de mi vida:
mi cabeza no descansa.
Salirte al paso y echarte el lazo,
para que no escapes,
es lo que pretendo,
sin forzarte.
Me subiré al árbol guarnecido
para que no me veas
en ese bosque de los ojos tuertos
y de los silencios simulados
de las bocas aturdidas e insalubres
que manan puros rejalgares.
Te hablaré con palabras de arrullo,
de suave aleteo,
y sorprenderte para que callada quedes
y confiada vengas a mis brazos,
como antes,
sin que le des oído
a las cosas displicentes
que la gente diga.
Si no pudiera atraerte,
daría mi condición de ser sincero,
con la agravante pena en mi corazón

de no ser un ente nunca más completo.

sábado, 9 de diciembre de 2017

UN DÍA SIN HABLAR


Cristóbal Encinas Sánchez

         A primera hora de la mañana, a un empleado que entró a su puesto de trabajo le dijo el encargado: “Hemos discutido esto muchas veces y hoy hemos pensado en tener el día sin palabras. Todos los demás están de acuerdo y espero que tú también. Si fuera urgente o necesario, no dudes en hablar; pero piénsatelo si el tema no tiene importancia".

Trataban de comprobar si el día sería altamente aprovechado y rentable para la empresa, con todas las garantías de hacerlo con los requisitos y exigencias establecidas previamente. 
Veía, el recién llegado, cómo sus compañeros se dedicaban a su tarea. Esto sería el principio, para ir atando cabos y tomar ciertas actitudes. A las dos horas el operario ya se hacía un montón de preguntas. Alguien les volvió a recordar la obligación de hablar en caso de necesidad, pero nadie puso oído al consejo.

Él intentó llamar por teléfono para confirmar el estado de ciertos permisos concedidos verbalmente, pero después de tantos días, se podía esperar a mañana.
Cayó en la cuenta de que nunca le había preguntado a su compañera –le vino esa idea de pronto– si hubo algún tiempo en que ella lo quiso con frenesí o si lo había deseado alguna vez. Una mirada deseosa le lanzó ahora, pero ella no le dio la respuesta, porque no le comprendió. Fue una tontería, pero quería saberlo, precisamente hoy. "Mañana, mis deseos de preguntarle se harán más fuertes, después de estar pensando todo el día en ello", se respondía a sí mismo. Así se relamía los labios, intentando recordar una frase sugerente y justa, pero no sería consecuente con la premisa del día. Sentía temor por si las palabras no fueran apropiadas, convincentes o necesarias y se mordía la lengua para que no se le escaparan.

Recordó las expresiones de condolencia para un amigo –que su padre había fallecido–, y que en su momento, en el proceso de su enfermedad, no fue capaz de preguntarle, y que le dieron vueltas en la cabeza en aquel momento. Esto le amargaba ahora y le producía tan incontenible dolor que un compañero le hizo un ademán para preguntarle qué le ocurría, pero él le sonrió dándole a entender que no le pasaba nada, solo se había emocionado un poco. ¡Cuántas palabras había dejado de decir a su mejor amigo!, después de transcurrir dos años, sin hablarse casi, ni por teléfono, salvo una vez por Navidad. Tantas actividades realizadas juntos y sin haber referido nunca lo bien que lo habían pasado.
Ahora pensaba en la necesidad de tener que expresar tantas cosas que echaba en falta. Pero eso no podía ser este día. 

Notó que la gente iba solo a lo suyo,y no merecía la pena pararse con muchos de ellos, y perder tres segundos de su tiempo. Sin embargo, aprendió que a otros debería de haberles prestado más oído, incluso preguntarles con fruición para que se explayaran con su sabiduría.

Al final de la jornada hubo algunos maleducados que al irse no dijeron ni adiós. "¡No merecemos ni un adiós!", llegaron otros a comentar ante las miradas que comenzaron a ser odiosas, inquisitivas, distantes, torvas. Varios dieron muestras de irse con un gran dolor de cabeza, de impotencia y de improvisada cortedad, al evitar todas las preguntas.
"¡Adiós!", "Pues adiós".