Cristóbal Encinas Sánchez
Un blanco caballo apareció en la
cumbre de la montaña. Corría veloz por la línea del horizonte para que todos le
vieran. Llevaba en su lomo a un muchacho muy alegre que había conseguido llenar
dos grandes bolsas de juguetes.
Cuando llegó al pueblo, a la hora establecida, se paró en la plaza y se sentó junto a la fuente donde manaban siete caños de agua de colores y comenzó a repartirlos, ansiosamente, a todos los niños que esperaban.
Cuando llegó al pueblo, a la hora establecida, se paró en la plaza y se sentó junto a la fuente donde manaban siete caños de agua de colores y comenzó a repartirlos, ansiosamente, a todos los niños que esperaban.
Justo
al acabarse los juguetes, llegó el niño más necesitado de todos. Entonces le
regaló su caballo.
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