(DEDICADO A LA MEMORIA DEL QUE FUERA ALCALDE DE NUESTRO PUEBLO, MANUEL ALCÁZAR GARCÍA)
CRISTÓBAL ENCINAS
SÁNCHEZ
A la entrada de la bocamina nos
juntábamos por la mañana a primera hora, antes de comenzar el trabajo para
revisar el material que teníamos que llevar. Yo esperaba al ingeniero que se
retrasaba, pues me tenía que dar instrucciones. Mientras, eché una ojeada a mi
libreta de trabajos pendientes. No tuve que esperarlo mucho pues divisé, allá por
los comedores, su casco blanco inconfundible. Se fue acercando a mí hasta que
estuvo a unos cuatro o cinco metros, y me voceó inesperadamente:
—¿Tiene la lista de trabajadores ahí? -yo no le contesté porque él no me
había saludado. Con voz afable y sonora le lancé:
—¡Buenos días, don Marciano! –me miró por
encima de sus gafas negras mientras yo seguía acercándome. Cuando estuve a dos
metros de él, me alargó un plano de cimientos. —Tome
este plano y compruebe si ayer terminaron de poner los estribos, para continuar
con el hormigonado –yo seguía sin responderle a sus preguntas.
—¡Buenos días, don Marciano! –le espeté y me esperé unos cinco
segundos por si quería dedicarme dos palabras de buen recibimiento. Me aproximé
un poco más a él y le dije por tercera vez, y ahora con menos agrado:
—¡Buenos días, don Marciano! Que sepa usted que no le voy a contestar a
nada de lo que me pregunte hasta que no me dé los buenos días. ¿Es que usted se
cree que es más que nadie aquí? Cada uno tenemos nuestra función y usted no es
más que yo, que también tengo mi orgullo. Y si no fuera por nosotros, usted no
haría nada –le dije muy claramente–. ¿Tanto le cuesta a usted decir buenos
días? –a lo que me respondió irónicamente:
—Es que a mí no me gusta decir buenos días a nadie y menos aún si no he
desayunado. —Pues, ¿sabe
lo que le digo?, que eso es de tener muy mala educación. A cualquier persona se
le saluda y más nosotros, siendo compañeros. ¡Que no es la primera vez que
usted hace esto, hombre!, ¡y ya está bien!
—Ya le he dicho que no es de mi agrado dirigirme en ese tono al comenzar la
jornada. Pero ya que insiste tanto y no tengo más ganas de discutir, le diré:
"¡BUENOS DÍAS!".
A primeros del mes siguiente, al recibir el sobre, vi que en el apartado de
"PRIMAS" no había reflejada ninguna cantidad; no me habían dado lo
que a todos los trabajadores nos complementaban desde que llegamos a la obra.
Sin pensarlo dos veces, por la tarde me fui a ver al ingeniero jefe.
—¡Don Juan!: Se ve que este mes no he tenido el ingreso que todos tenemos
por realizar nuestro trabajo con diligencia y alegría. La prima nunca se
la han negado a nadie mientras yo he sido el encargado aquí. Ahora se me niega
y quiero saber por qué. Creo que no me he portado mal y los plazos de la
obra van muy adelantados. Le pido a usted, por favor, que me lo diga, si puede
averiguarlo.
—No se preocupe usted, pero ha tenido que ser por un error. No lo dude. Esa actuación no es propia de nuestra empresa y se corregirá, esté usted tranquilo.
—No se preocupe usted, pero ha tenido que ser por un error. No lo dude. Esa actuación no es propia de nuestra empresa y se corregirá, esté usted tranquilo.
A los dos días volví a la oficina a ver si el jefe tenía la respuesta
que yo necesitaba, y me contestó:
— Le dije ayer a la secretaria que se le hiciera el ingreso de la cantidad
estipulada por ese concepto. He indagado y me han dicho que se la habían negado
porque usted era un "contestón".
—¡Don Juan, usted sabe que eso no es verdad! Le puedo informar de lo que
pasó con esa persona.
—Perdóneme la broma. No hace falta, pues ya me lo ha contado él. No volverá a
pasar.
Desde aquel momento tuve la osadía de que
cuando don Marciano venía, yo me giraba, mirando algún detalle en un plano, o
simplemente hablando con algún oficial. Él no me decía nada, pero mandaba a su
ayudante para que me comunicara lo que estimaba conveniente.
Antes de terminar la presa lo enviaron a otro lugar y a mí me dejaron hasta
que acabaron las obras. Después me pidieron que me quedara allí para el buen mantenimiento
de la central y así lo hice.
ESTE ERA SU PUEBLO: ARBUNIEL
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