Cristóbal
Encinas Sánchez
Mis deseos
confinados
lo están por
tus ojitos,
que los
tienes resguardados.
Con tu
mirar, que es claro,
yo me
encontré esta mañana:
todo el día
fue un regalo.
Si me
esquivas con tus ojos,
los caminos se
retuercen
y nos perdemos
nosotros.
El
día treinta de abril
ya
no te echaré los mayos:
no
te fijaste en mí.
Cuando
pases por el parque
dígnate
mirar atrás,
que
escondido espera alguien.
No me mires
más, o mírame
sin pensar
por qué me miras;
mírame así u
olvídame.
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