(Cristóbal Encinas Sánchez)
Si crees que yo tengo la culpa
cuando ella te dice que me ama,
estás equivocado.
Tú entenderás que no le llegas
a hacer la más tenue huella
con tus palabras ni con la intención
que tu corazón le manda.
No llegas a entusiasmarla en el intento
más ardiente de admirarla.
Si otro le hace sentir, mirándole a los ojos,
que la transporta a apasionados mundos
y el cuerpo se le inflama con reclamos de ternura,
debes pensar que no la tienes ganada.
Si tú crees que yo tengo la culpa
de que me mire y me preste
de sus ojos arrogantes su mirada,
es que algo aún no entiendes
y que no has sido capaz de enamorarla.
cuando ella te dice que me ama,
estás equivocado.
Tú entenderás que no le llegas
a hacer la más tenue huella
con tus palabras ni con la intención
que tu corazón le manda.
No llegas a entusiasmarla en el intento
más ardiente de admirarla.
Si otro le hace sentir, mirándole a los ojos,
que la transporta a apasionados mundos
y el cuerpo se le inflama con reclamos de ternura,
debes pensar que no la tienes ganada.
Si tú crees que yo tengo la culpa
de que me mire y me preste
de sus ojos arrogantes su mirada,
es que algo aún no entiendes
y que no has sido capaz de enamorarla.
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