DON
GREGORIO, MI MAESTRO Cristóbal Encinas Sánchez
Don Gregorio Aguilar Ruiz nació en
Arbuniel hace 92 años y murió el día uno de diciembre de 2007 en Jaén. Fue
mi maestro y el de muchísimas personas del pueblo. Descanse en paz.
Yo estuve en su aula durante casi toda la década de los 60. Siempre lo recordaré como la persona totalmente entregada al sacrificio de su profesión, activo y dispuesto a conseguir una buena educación para sus alumnos y así erradicar, valientemente, una de las peores cosas que nos podía pasar en aquellos momentos: el analfabetismo. Tuvo en su mente "un norte ": tratar de sacar al máximo número de alumnos de ese gran vacío que era y es la incultura. ¿Cuántas veces lo veía pasar por mi puerta, antes de las siete de la mañana, con aquel frío que hacía, con aquellas nevadas? Y yo me decía: "Ahí va mi maestro, con el día que hace, a la escuela"; y es que era una persona incansable.
Yo estuve en su aula durante casi toda la década de los 60. Siempre lo recordaré como la persona totalmente entregada al sacrificio de su profesión, activo y dispuesto a conseguir una buena educación para sus alumnos y así erradicar, valientemente, una de las peores cosas que nos podía pasar en aquellos momentos: el analfabetismo. Tuvo en su mente "un norte ": tratar de sacar al máximo número de alumnos de ese gran vacío que era y es la incultura. ¿Cuántas veces lo veía pasar por mi puerta, antes de las siete de la mañana, con aquel frío que hacía, con aquellas nevadas? Y yo me decía: "Ahí va mi maestro, con el día que hace, a la escuela"; y es que era una persona incansable.
Empezábamos
la clase con el padrenuestro y después escribía en la pizarra una máxima:
"La escuela es el yunque donde se forjan los hombres del mañana".
Esta es la que mejor recuerdo y después comenzábamos las lecciones que entre
mañana y tarde tocábamos, prácticamente, todas las asignaturas.
Inventó
un sistema de trabajo conjunto por equipos, grupos de cinco o seis alumnos con
afinidad a uno de más edad y con más conocimientos. Todos los días teníamos una
competición y había que estar con el lápiz en ristre. Consistía en
acertar el máximo número de preguntas en una libreta, las cuales el escribía,
previamente, en la pizarra. Después se sumaban los aciertos de cada equipo. En
un diagrama de barras se representaba, en colores, la altura que medía el saber
de cada equipo. Eso nos ayudó a seguir estudiando con mayor interés. Fue un
método muy productivo. Don
Gregorio nos enseñó a ser disciplinados y puntuales, a usar la memoria y el razonamiento, la
papelera y a estar limpios; a respetar a
los demás, ayudar a las personas mayores y a defender a los más pequeños. Con los verbos teníamos una cita diaria, un
verdadero duelo que lográbamos superar no sin inclemencias. Pero él sabía
mucho: nos escribió en una cartulina grande en la pared, a vista de todos, las
terminaciones de los tiempos verbales. Sabía francés y latín muy bien. A sus
cincuenta y dos años lo intentó con el idioma
inglés y las primeras palabras con él las aprendí. Cuando
acabé mis estudios primarios seguí yendo a su escuela, porque él lo estimó
conveniente . En 1969, me presenté a una convocatoria de becas por el
Ministerio de Trabajo, junto a otros cinco o seis alumnos y aprobamos. Yo lo
conseguí porque las materias las mantenía frescas. Tras ocho años, acabé mis
estudios en la Universidad Laboral de Córdoba.
Quien
le necesitó, lo tuvo a su disposición: rellenó solicitudes, revisó documentos,
leyó escrituras de compraventa y fue de los consejeros más oídos. Fue un buen
amigo. Su figura era especial y allá por donde iba se le admiraba.
El día uno marcó su ausencia, pero vivirá siempre en nuestros corazones. Como cada día al comienzo de la clase, ahora, rezaremos un padrenuestro por él. ¡Gracias, MAESTRO!, por tu dedicación.
Arbuniel a 14 de Diciembre de 2007
El día uno marcó su ausencia, pero vivirá siempre en nuestros corazones. Como cada día al comienzo de la clase, ahora, rezaremos un padrenuestro por él. ¡Gracias, MAESTRO!, por tu dedicación.