Cristóbal Encinas Sánchez
En mayo pasado
se cumplieron ocho años desde que me hicieras la primera confesión de amor,
aunque tú no te dieras cuenta.
El
día en que te conocí, ibas a la escuela de párvulos, tan pizpireta y activa,
tan embelesada en tus cosas que no reparaste en mí, pero yo te observaba siempre
que te veía aparecer. Eras la distracción de todos, y con tus representaciones
nos dejabas boquiabiertos.
Fue en el día de nuestra Primera Comunión. Tú ibas con un vestido de
seda blanco y una diadema de flores fucsias y amarillas. Estabas realmente
encantadora, tranquila, dominando la situación. Recuerdo, desde mi ventana, al
verte salir a la calle, cómo te recogiste el faldón para no pisártelo. ¡Qué
soltura y donaire!, y tu madre cómo sonreía complaciente. Los ojos te
destellaban y aquellos dos rizos, que te hicieron con tanta elegancia,
redondeaban tus delicadas facciones. Tu boca, jactanciosa, mostraba dos filas
de dientes bien alineados y radiantes.
Al llegar el momento de tomar el Pan, me
miraste de reojo y tuviste una caída de ojos
que hizo distraerme y no pude salir, seguidamente, a recibirlo también.
Después me di cuenta de que al hincarme de rodillas, volviste a posar tus
humedecidos ojos sobre los míos, largamente, como asintiendo a mi pretensión de
amor. Intuí que estabas hablándome puramente de amor, a mí, que nunca me habías demostrado antes una
pizca de interés. Desde ese día comencé a pensar en proponerte formalizar nuestro
noviazgo.
Cuando
entró el verano, a mi madre la trasladaron a Cataluña y tuvimos que irnos toda la
familia. Era el último día de clase y nos despedimos en el aula, delante de tus
padres y de los profesores, con un tímido adiós, como si fuéramos a volver en septiembre. Pero no fue
así.
En mi
nueva residencia hice amistad con otras chicas, pero mi amor seguía teniendo el
destino de aquella mujercita de mi pueblo, pues desde nuestra separación nos
escribimos porque nos queremos.
Cualquier día de estos le pediré,
sin más dilación, que si quiere ser mi novia, si es que ella no se hubiera decidido aún a pedírmelo.
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