Cristóbal
Encinas Sánchez
Y ella,
soñando, me invitó al lugar
de los
sueños buenos y, como siempre,
no quiso
apartarme de su lado.
Con sus
buenos pensamientos me rodeó
y con las
fuerzas de su espíritu me apartó de las iniquidades.
Entonces
empecé a tener cabida en su cabeza,
¡oh, mi
paraíso!
Y me logró
cubrir de sus ideas mejores.
Recordarla
es como un embrujo que me protege,
ella está a
mi lado y me complace.
Mas no puedo
resolver aquel pasado terco,
inaccesible, en el
insólito transcurrir de todos los días.
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