El cielo
está turbio, soliviantado,
el aire
azota los árboles mojados.
Llueve y el
campo está en soledad
como meditabundo.
¿Qué les ha
pasado a los pobres campesinos?
Trabajan y
trabajan sin descanso.
Los árboles
que fueron cuidados
con esmero
muy cansino
esta tarde
aparecen sin hojas,
desasidos,
sus tallos en suelo.
El intenso
frío del otoño tardío
piensa no
dejar a nada con vida;
las heladas,
las tormentas rudas
aumentan la
exasperante caída de las hojas,
de los
inmaduros frutos del olivo
y cubren de
su color la tierra;
color morado que representa el esfuerzo justiciero
del trabajo
que hace
mella en los primeros días
de un
invierno temprano,
tejidos por
el mal tiempo.
Sudor fría
costará recogerlos,
sudor sana
que fluye por el cuerpo,
sudor fría que
traspasará el alma
por el
húmedo viento.
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