CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ
Caminaba
pensativo entre las dos y las tres de la madrugada. Después no tendría más remedio que dar un
salto hacia atrás y arrepentirse. Una hora más rondando para llegar al mismo sitio. Había que tener paciencia. Un segundo más, y ya sería definitiva por una buena temporada.
A la hora prevista, un centinela vigila para que se haga el relevo. Y el reloj vuelve, otra vez, a marcar las dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario