Cristóbal Encinas Sánchez
(LEMA: ME PILLÁIS EN FRÍO)
Su
calor corporal acumulado en sus apretadas carnes lo podía aprovechar
íntegramente, por lo que hacía pequeños movimientos gimnásticos. Cualquier
ejercicio ayudaba en el día gélido del solsticio de la nueva estación: el
invierno. El pronóstico del tiempo fue que nevaría por la noche.
El doctor le sugirió que se abrigara bien, que no
dejara las ventanas del piso abiertas más de cinco o seis minutos, tiempo
suficiente para oxigenar las habitaciones. Si las paredes y el suelo se
enfriaban demasiado, para mantener después un ambiente confortable habría que
gastar una cantidad de energía mucho mayor, con el consiguiente despilfarro
económico para la comunidad.
A primera hora de la mañana del día siguiente, el
doctor se la encontró en la sala de espera, aguardando para su consulta.
Vestía con mucha ropa y con una gran bufanda enrollada al cuello, por lo que le
dijo:
–¡Muchacha!, ¿te has resfriado? ¿Hiciste caso de lo
que te dije ayer?
A lo que ella respondió con voz muy afligida y con
cierto tinte irónico:
Es que ayer me pilló el frío
al no poder secarme pronto
después de caerme al río.
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