Cristóbal Encinas Sánchez
Ahora te comprendo.
No puedes ver lo que yo
pues soy más viejo.
No tienes la cabeza donde crees.
Tus manos las veo temblar
y disimular tus equívocos no puedes.
Te veo caminar por tristes pensamientos
que no son los mismos que antes paseabas.
No sabes volver a tus orígenes
y tú mismo te destrozas.
No admites las contemplaciones
para que nadie reconozca tus torpezas;
aunque razones tengas,
pero ninguna de ellas te es satisfactoria.
Ahora miras con ojos de viejo desoído
desde la atalaya del soberbio resabiado,
como antes te miraban a ti
y a donde no puedes dirigirte ni mirar.
Como nadie de los de tu clase,
tú tampoco sabes soportar que tu caída es segura y desesperante.
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