Cristóbal Encinas Sánchez (A LA MEMORIA DE JAVIER JOYANES)
Quiero que entre todos le inventemos,
y que nadie le traiga ramos de crisantemos,
que todavía él no se fue.
No quiero llanto para su apacible sueño
sino Justicia que a lo lejos veo;
tampoco un rosario de rojas perlas en su boca.
Recorre mi cuerpo un estremecedor escalofrío.
Solo quiero que hoy me regale su sonrisa,
que le adorne la cara
y que la muestre a todos en la calle.
No quiero abrazos impotentes
ni hondos suspiros de pechos lastimados,
solo su mirada profunda y sus sonrisas:
a esas las quiero yo todos los días.
Libradme de todo lo restante,
de sus ausencias hasta que las reparen
y que por fin, tranquilamente, duerma.
No quiero ungüentos fragantes
ni esencias que merodeen por su aposento;
quiero voces que clamen su injusticia
porque todos debiéramos de acompañarle.
Queremos de ti poder abrazarte
con el profundo querer de tus quereres vivos,
no pasar de tu vivo color a la desidia;
que mañana vuelvas a tus cosas
y a salir temprano con tus amigos.
¡Qué pronto te escogieron para ir por el camino
diferente al que elegiste
y que nadie se hubiera imaginado!
Hoy deseamos que tu corazón viva;
que tu sangre, entera y bien nacida,
por todos sea recuperada.
Que no caigas en el incalificable olvido
para no despeñarnos en la desesperanza
y porque esperamos, para ti, Justicia.
Solo con eso, ya nos conformamos.
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