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martes, 28 de abril de 2015

EL AULLIDO

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ 
                                                       FOTOGRAFÍA CEDIDA POR PEDRO OTAOLA
         Aquella solitaria muchacha se encontraba posando sobre una roca sobresaliente del terreno, de forma que su silueta se vislumbraba a mucha distancia en el horizonte. Nadie podía sospechar que a aquellas horas de la madrugada alguien pudiera observarla con cierta pasión.    

El tirador  desenfocó la mira telescópica y un aullido hizo estremecer el monte. Un lobo audaz le había perseguido. Volvió el cañón contra aquel objetivo móvil y apretó el gatillo contra el animal hambriento. Se oyó, tras el brusco encontronazo, caer un pesado cuerpo sobre las rocas del acantilado que le había protegido las espaldas.

lunes, 27 de abril de 2015

EL AULLIDO DEL LOBO

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ
                                                 

         Aquella solitaria  muchacha  se encontraba posando sobre una roca sobresaliente del terreno, de forma que su silueta se vislumbraba a mucha distancia en el horizonte. Nadie podía sospechar que a aquellas horas de la madrugada, y con aquel frío, alguien pudiera observarla con cierta pasión.  

El destello de un  rifle antiguo entre los árboles denunciaba la presencia de alguien que merodeaba a varios cientos de metros de aquel lugar tan espectacular. El arma se había utilizado en la última cacería y resultaba ser efectiva y estar en perfectas condiciones de uso. Su portador cargó el arma con un solo cartucho. El silencio parecía cortar el aire en los primeros albores.
 La silueta de la chica se prestaba para ser un  blanco idóneo pero execrable. A la distancia a la que se encontraba y con un teleobjetivo el éxito era seguro. El cazador encaró el arma hacia la luna llena para hacer puntería y la situó en centro de la mira. La cruz fue bajando y buscando la silueta como si de una diana se tratase: un blanco perfecto.

Pero no podía hacerlo. Aquel corazón que había sido suyo, no podía desgarrarlo, romperlo y desperdigarlo,  pese a lo que le había hecho.                                                                                                             
 Desenfocó la mira telescópica y un aullido hizo estremecer el monte. Un lobo audaz le había perseguido.  Volvió el cañón hacia aquel objetivo móvil y apretó el gatillo contra el animal hambriento.  Se oyó, tras el brusco encontronazo, caer un pesado cuerpo sobre las rocas del acantilado que le había protegido las espaldas.

martes, 21 de abril de 2015

VOLVERÁN CON SALIMA

Cristóbal Encinas Sánchez
                                              (FOTO CEDIDA POR JUAN QUESADA ESPINOSA) 

       Después de tres meses, escribe las cartas a su familia en el idioma de su padre y tiene muy pocas faltas. Su hermana, la mayor, que se desplazó como ella dos años antes, puede leerla al resto sus hermanas que se quedaron en su país, para que aprendan todas las cosas que ella está viviendo.                                                                                     
Y les explica que en su vivir diario no carece de nada aunque tiene mucho que estudiar, pero que así debe de ser. Que lo que en realidad le hace sufrir es la ausencia de sus seres queridos, pero ella tiene que permanecer aquí para ayudarles. Por eso, cada semana les envía las ganancias que obtiene en una escuela de baile donde enseña a otras jóvenes las diversas danzas del vientre.

Salima, desde hace algún tiempo, todas las mañanas, desde un pequeño monte de naranjos, espera que el viento del Sur le traiga buenas nuevas. El perfume de las flores de azahar le transportan a su infancia. Mientras tanto, aguarda el día en que avistará el barco que le traerá a su familia. 

lunes, 13 de abril de 2015

CON LA LLUVIA RECUERDO

Cristóbal Encinas Sánchez


Tengo la vista puesta en el recuerdo,
voy caminando solo por mi pensar
y recorro escenas de aquel tiempo que pasó.
Los aires pasan rotos de cansancio,
siguen buscando un aire que se perdió,
tienen muy poca fuerza para encontrarlo
porque hace mucho tiempo que se murió.
Un aire de nostalgia busca mi mente,
un aire de tu cuerpo y de tu pensar,
un aire con la lluvia confundido,
un aire sin forma como fueras tú.
Quedan en mi mente las reliquias
de un mirar,
que mirarlo era olvidar
porque sus ojos fieros e hirientes
eran a todas las horas envolventes
con una fuerza anuladora de mi voluntad.
No puedo apartarte ni un instante
de la imagen que vaga por mi vida
de su ser.
Tengo los ojos tapados,
pero aún tapados, la ven.
Grabado está en mi alma un sentimiento,
una alegre ilusión y un suspirar:
tengo la vida puesta en el recuerdo,
imposible que la olvide,
nunca la podré olvidar.
¡Aires rebeldes, grises y frescos,
de los días lluviosos del otoño!,
os presentáis hoy, para mí, distintos,
nostálgicos, me dais sueño.
Tengo una ligera sensación, ¡aire!,
y es que tú me recuerdas a otro aire de frío,
otro aire de ilusiones y de estrellas,
otro aire de su corazón al mío.
¡Aire!: Acuérdate de venir a verme

cuando absorbas un aire suyo, de ella.

jueves, 9 de abril de 2015

TENGO DE VERSOS

·        Cristóbal Encinas Sánchez

                                                                                                                 ( LA FOTO ME LA HA CEDIDO PEDRO OTAOLA)
            Ven, ven a mi casa y mira.
Tengo de versos plagiadas las paredes
de mi cuarto, de mi mente.
En mi cama, soporte de ilusiones que gravitan,
yago mirando cómo se enturbian y se mecen
cómo se aclaran y palpitan.
Tengo las paredes llenas de cantos de mi alma.
En mi pecho, morada que rezuma del pasado,
suena el sonido solo
que se bate con un profundo suspirar de huesos,
que espera salir por mi aliento, por mis ojos.
Y cuando sale
yo grabo su canto en las paredes,
para que cuando venga alguien
vea que no estoy solo.
Mi soledad se convierte en verso;
mis versos son cantos por alguien.
Así lleno de ilusiones mi futuro,
y mi corazón se deja latir
con más fuerza que nunca.
Tengo de versos cargadas las paredes
de mi cuarto, de mi mente;
el techo, las cosas y el pensamiento:
todo, hasta la muerte.
Todo... de versos de ella.

martes, 7 de abril de 2015

MADRE EN PRIMAVERA

Cristóbal Encinas Sánchez

                                           (FOTO CEDIDA POR PEDRO OTAOLA)
        Estaba saliendo el sol cuando entré en la tinada. El animal yacía tumbado en el suelo, junto al rincón próximo a la puerta. Berreaba y se quejaba angustiada, estirando con profusión su cuello y sus extremidades.   
Se había puesto de parto la cabra Cuellirrubia, cosa que me barrunté, porque la noche anterior la vi  muy inquieta. Así que, cuando entré en el establo, con la luna llena en todo su esplendor, comprendí lo que se avecinaba. Inmediatamente la saqué del redil y la aislé del resto para que se tranquilizara.     
Después de hacer el habitual reconocimiento del rebaño, regresé a donde la había dejado para comprobar si seguía dentro del proceso normal al nuevo estado. ¡Cuánta no fue mi alegría al ver al recién nacido tendido en el suelo! Hoy había sido madre, por primera vez, en primavera.