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viernes, 27 de julio de 2018

A LA LUNA ENAMORADA


Cristóbal Encinas Sánchez

Esta esplendorosa noche
en que vas tan desbocada,
¡Luna!, que te vas de fiesta,
te veo muy aligerada
sin tul, toda descubierta
redonda, expansiva y cálida,
hacia el mundo que te vea
que vas muy dispuesta y clara.
Sumiso se rinde el campo
postrado a tus pies, te alaba
en una alfombra de raso,
y las montañas más altas,
con la cabeza inclinada,
son más esbeltas que nunca
y no desmerecen gracia;
no te dan siquiera sombra
a ti, novia enamorada.
¡Por segunda vez que os noto
más intensa y aún más guapa!
Te lo dije el otro día,
por si en duelo me obligara:
no se lo digas al Sol,
que en caso que me afrentara
le pediré saldar cuentas
a caballo y con espada.
Teniéndote, Luna, enfrente,
y si no he ganado al alba
tomaré el camino largo,
jamás te pediré nada.

jueves, 26 de julio de 2018

YO, EL GATO (o EN ESTOS TIEMPOS DE CRISIS)


Cristóbal Encinas Sánchez

       Soy un gato romano adulto, de ojos azules y pelaje blanco con el rabo negro. Me crie en el huerto de mi amo y ahí conocí a muchos animales, entre ellos escarabajos, caracoles, abejorros y pájaros diversos. Juego con ellos de una forma divertida y sosegada. Después, si tengo hambre, me los como.                                                                                        
Subo por los viejos muros de piedra hasta los tejados, trepo por los troncos a los árboles y desde estas atalayas soy feliz dominando el panorama.                                                                                                    
Mi ama solo me exige que tenga limpia la casa y sus alrededores de ratones, y cumplido esto me permite hacer lo que se me antoja, como un ser libre que soy.                                                                                
Acabo de tener una camada con mi pareja, una minina de tres colores  muy lugareña. Su instinto maternal es exagerado y cambia a mis hijos continuamente de aposento cuando sospecha que alguien la sigue. Cuando mi amo viene a traerme la comida, asaduras, cabezas de pescado o huesos, le guardo la mejor parte para ella, pues siempre está enclaustrada con nuestros hijos. Así, cuando voy hacia ellos, se me pone muy tierna y agradable.                                                                                
Al levantarme, escudriño con meticulosidad el follaje y los alrededores para verificar que no hay ningún problema que le pueda afectar a mi familia. Si vislumbro alguna gresca, paso desapercibido hasta que todo está pacífico. Después hago mi paseo rutinario por las cuadras y los recovecos del gallinero por si hay algún polluelo muerto.                                                                                       
La verdad es que tengo muchas virtudes, entre ellas el ser discreto. Ello me reporta ventajas, pero ahora ese detalle se difumina porque mi amo me ha puesto en internet. Por otro lado, me viene muy bien, pues hay gatitas en celo que querrán conocerme personalmente, pues oigo sus insistentes maullidos que provienen de los huertos colindantes.                                                                                      
Este verano viajaré al país vecino, por negocios, porque mi amo quiere que me empareje con gatas de otros lugares y razas. Piensa que así mejorará la especie. Yo, la verdad, me siento insuperable, siendo joven, fuerte y bien parecido. Pero todo sea por ayudar a mi amo en estos tiempos de crisis.

NOTA: Mi amo cree que me tiene aborregado y me agasaja. No sabe el ingenuo que a mí no me hace falta nadie, pero es mejor dejarle creer en sus propias vanidades.

miércoles, 18 de julio de 2018

NEGROS NUBARRONES


CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ

(Dedicado a los que luchan contra los estragos del tabaco)

Negros nubarrones, negros,
llevas a tu interior si aspiras
mortíferos elementos
cuando enciendes un cigarro.
El humo, con su desgarro,
te hace añicos los pulmones.
Si ávido te lo fumas
y regalas, de repente
encontrarás portentoso
un tumor muy ostentoso;
serás súbdito sumiso
para enfrentarte al cadalso,
porque seguro es el paso,
que envuelto en papel bambú
te sorprende vivaracho,
es solo cuestión de tiempo.
No digas: "¡No me lo han dicho!"

Te aguarda y te acecha diestro
y con su espada te pincha
para traspasarte el cuerpo.
El efecto es relevante
si no le tienes el miedo
necesario y acuciante,
te quita pronto de en medio.
Si incesante el humo tragas,
a ti te mina por dentro
y no tendrás duda alguna
de atravesarte, por cierto.
Grandes pinchazos con lanzas
no te dejarán vivir
y hasta desearás morir
por atreverte a fumarlo,
cigarro fiero de largo;
que te carcome y te arruina,
como un martillo en un yunque
que forja una enfermedad.
Ese humo, que te hiere,
te confiere  nulidad
para el resto de tu vida,
si lo aspiras largamente.
¡Necedad, trampa y tontura!,
es cosa que no te miente,
que te absorbe y te tortura,
que dura una eternidad,
o al menos, te lo parece.
El humo que se desprende
te contamina más, te hiere,
te cercena la comida,
la bebida te la impide,
y hasta la animosa orina
es incapaz de salir
de la ultrajada vejiga.

¡Qué delicioso el suspiro!,
el del último momento
cuando puedes exhalar:
¡Verdad, que no me arrepiento,
de lo que fumé en la vida!
Y aquí yacen esparcidas
las cenizas de mi cuerpo,
por las que fumé incapaz,
mas ya no siento el tormento.
¡Que en paz tenga mi descanso,
y repose mi afición!,
que no poca es mi aflicción;
que en este momento ceso,
detengo mi aspiración
de algo tan suculento,
de ese fatal alimento
que al destierro me llevó.

Tengo ya tal convicción
de que me falte por siempre
el humo de mis pulmones,
que adoraré este aposento
sin aliento y sin temores.
¡Adiós, queridas labores
del tabaco y sus olores!,
que me dejasteis cargado
de múltiples sinsabores
y de la vida colgado.

¡Perdón!, por si os he aguado
con mi relato un instante,
en el preciso momento
en que extinta ya he dejado
de mis labios la sonrisa
por no dejar el cigarro.

domingo, 15 de julio de 2018

AL COMPÁS


Cristóbal Encinas Sánchez

Al compás de las olas verdes,
de las olas verdes del encanto
de tus etéreas ropas, refulgentes,
de la nube que envuelve tu cuerpo,
crezco.
Al compás de unos ojos negros,
de los ojos negros de tu cara,
de tu pelo negro por tu espalda,
de tus labios rojos por tu boca,
sueño.
Al compás de la sencillez tuya,
de la sencillez tuya de siempre,
de tu dulzura cercana con la gente,
de tu corazón anhelante a ritmo inquieto,
vivo.
Y me alimento
del compás de tus días alegres
de los días pasados en el pueblo,
de los ratos sentados en tu puerta,
de tu vida y de tus largos besos.

jueves, 5 de julio de 2018

COSAS QUE MÁS ME GUSTAN DE TI



CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ

Me gusta que me mires cuando estoy durmiendo
y de pronto me despierto.
En ese momento me abstraigo con tu mirada protectora
y me abstengo de contarte lo que estoy pensando,
pero tú me lo adivinas cuando abro los ojos;
verte entusiasmada al final de la noche
y cómo comienzas el día con las cosas sencillas
bebiéndote el agua de la vida
de todos los pozos insalvables;
tu pelo trenzado con las hojas de laurel
en que afloran prendidos galardones:
tus principios, tus ideas y tus razones.
Tu deseo inmedible de entenderme,
y al no conseguirlo, tu cara de sorpresa;
tus desaires y ademanes concebidos
para desalentar al infortunio;
el potente grito que de tu garganta sale
y que no puedes acallar
pidiéndome socorro.
Me gustó el último catorce de febrero,
tus regalos de besos y caricias,
tus corazones sangrantes, como albricias,
pintados entre las sábanas y en los espejos,
debajo de las lámparas y de los libros.
El no saber tus pretensiones
que siempre me ponen en vilo,
como ir al aeropuerto y despedirnos,
vislumbrar el trazo en ascendente vuelo
que en dos minutos, en el difuso cielo,
el monstruo desaparece
y ya no sé si te volveré a ver,
de eso sí te acuso.
Me gustan, de tus sencillos y claros pensamientos,
los que siembran en mí la esperanza,
y que bordan de ilusiones y alegrías
el alimento imprescindible de mi vida.

POSTRADO


CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ
(POEMA DEDICADO A LAS PERSONAS QUE POR ALGÚN MOTIVO NO PUEDEN RESPIRAR BIEN)
                                                                                                  
Heme aquí postrado, abierto en carnes,
acuciado por tubos que me mantienen
privado de la libertad que echo en falta.
Ando como perdido,
de mi casa apenas salgo ni al borde de la acera.
No acepto la esclavitud que me ronda con inquina.
No saboreo el alimento que me administran
por vía nasal imperativa;
ni disfruto del aire y su perfume
por tenerlo enlatado y dolorido
desparramándose por mi cara inexpresiva.
El tiempo se me paró hace un mes
y pasan los días haciéndome de estragos:
la inmovilidad que adelanta mi caída,
los pensamientos irrefrenables que me azotan.
Sé que no domino ni el día ni las horas,
tampoco la noche ni la aurora.
Caigo en la cuenta, de repente,
de que soy uno entre los que me acompañan,
y entonces los miro con recelo más veces.
Cuando me duermo y despierto con angustia,
algo me atraganta y me obstruye el paso
del aire más silencioso.
Heme aquí como volviendo a renacer hoy,
día del año nuevo, aunque cada día lo sea.
Nada espero que se oponga a mi destino.
Soy como escritura desnuda y sencilla,
hablo en paz con la palabra escasa.
De mis recuerdos pende todavía mi vida:
del niño que fui, del rebelde, caminando
y corriendo por las calles, por el campo,
donde aún me encuentro con los amigos
y saco el coraje para seguir viviendo,
así juego y aparezco incansable.
Así soy también ahora, pienso.
Frente a mí se abre una ventana sigilosa
y entra un aire fresco impregnado de la lluvia
del invierno que tenue apareció hace unos días.                                                                                     Y un alivio improvisado le habla bien a mi cuerpo. 

domingo, 1 de julio de 2018

SI TE VIENES AL ALBA


CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ

Por un mirar de tus ojos
no sé, morena,
de esos tus ojos negros
los más bonitos de todos.
Por un beso de tu boca
no sé, morena,
de esa tu boca de azúcar,
de todas la más sabrosa.
Por una sonrisa tuya
no sé, morena,
me vuelvo el más loco de todos.
¿Te vienes, niña, conmigo,
en mi caballo a los campos
a coger fresas y trigo
y a subir por los barrancos?
Te traeré una rosa
por una mirada,
y sin ninguna espina 
en la madrugada. 
Te traeré el rocío, mi amor,
y mi vida en un arca,
con sus tesoros dentro,
si te vienes al alba.