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martes, 26 de mayo de 2015

SI BAILASTE EL TWIST

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ   
(LEMA: LA IMPORTANCIA DE GUARDAR SILENCIO) 
      
      Los tabiques del salón de mi piso son de muy poco espesor. Una noche, sobre las dos de la madrugada,  me di cuenta de que el volumen de mi televisión era elevado y podría molestar a los vecinos. Tan a gusto como estaba, tendido en mi sofá, tuve que levantarme por temor a que mis vecinos sospecharan que yo veía películas de dudosa reputación. La protagonista del film no hacía más que gemir y pronunciar de forma melosa: "¡Jesús, Jesús!"...  Es que, casualmente, ese es también mi nombre de pila.                                                                                                                                              Comprendí, en el momento, la importancia que tiene el guardar silencio, sobre todo en lo concerniente a tu vida privada.  Pero es que era una voz muy sensual, y para mí escuchar a aquella mujer, simulando estar realizando el acto sexual y, al borde del orgasmo, eran unos momentos de lo más  fantástico.                                                                                                                                                             
 Con el transcurso de los años he reflexionado mucho. Me he dado cuenta de que si ahora en la edad madura  tenemos sexo, eso será lo que hagamos cuando seamos viejos con cierta asiduidad y con su correspondiente credibilidad.

Y si no te creen, tal vez podrán deducirlo por los momentos en los que bailaste el twist.

miércoles, 20 de mayo de 2015

POSTERGACIÓN

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ

Oh, negra faz conque te acercas,
pero yo no te espero todavía;
haces mal si te llevas mi alegría,
ahora que no tengo pendientes muchas quejas.
¡Oh!, pena tan negra que me traes
en estos días que estoy muy pensativo,
con todas mis cosas distraído:
de mi vida, la noticia de ausentarme.
Ya reposados todos mis azogues,
solo escucho el aire renovado y la luz veo
como si fueran a no acabarse nunca
estos días de plácido silencio.
Ahora, te asomas a la vuelta de mi esquina
y me esperas a que yo hacia ti vaya,
parsimonioso, sin réplicas, sumiso.
Quiero que sepas que yo no estoy contigo
aunque te muestres afable,
desprendida de ambages matutinos.
Dame un tiempo, hasta esta tarde,
que tome las riendas y resuelva un compromiso;
para tornarme un poco sordo, 
que nadie sepa quién tú eres,
ni  yo tampoco.
Tú sabrás, despiadada, lo que haces,
pero cuando seas benévola me iré contigo,
cuando yo te necesite.
Ahora solo, por favor, te pido
que vuelvas otra vez, en otra época,
tal vez la del invierno, cuando sepa
que alguien no me quiere;
 y, además, de haberme convencido
de que esa nada que me aportas sea atrayente,
y que me sea mejor auspicio 

el estar completamente inerte. 

VACUAS PALABRAS

Cristóbal Encinas Sánchez

        Se paró frente al escaparate de una antigua tienda de regalos. Contempló un taco de cartas escritas a mano que estaban atadas con una cinta rosa. Le traían viejos recuerdos, pues tenía varios corazones dibujados junto al nombre del destinatario.

A ella le hubiese gustado guardar las suyas, eran tantos los sueños que albergaban y que podrían haberse hecho realidad. Pero no se hicieron. Tuvo que devolvérselas a su ex-novio porque él no quiso dejar una prueba de que había incumplido sus promesas. 

lunes, 18 de mayo de 2015

EXPRESIÓN CORPORAL

CRISTÓBAL  ENCINAS SÁNCHEZ



        Una  veintena de imágenes  habían pululado por su cabeza en los últimos momentos.  Estaba entusiasmado, eufórico, al contemplar cómo sus deseos se veían cumplidos.                                                                                                                                       
 En la fiesta de carnaval iba vistosamente vestido, con ropas vedadas que se quitaba con mucho recato. Lo más sensacional para él era que no le daba reparo al hablar y a hacer ademanes con afectación. Incluso había llegado a desnudarse casi por completo en el baile al quitarse la máscara.                                                                                                                                   
 Alguien que parecía seguro decía allá por el fondo: "A ese no le conocéis". Pero él seguía absorto con su lucimiento. De pronto, se encontró tendido de bruces en el suelo y sin saber qué hacía allí, intentó recapacitar. La gente se le reía encima, formando un círculo, de forma que le era imposible respirar, y se sentía aturdido.

-"A ese no le conocéis bien - repetía la voz, machaconamente, pero cada vez más cerca de su oído.                                                             Como a ráfagas de colores recordó el recibimiento al  entrar a la fiesta. Antes de repartir las bebidas, había vislumbrado entre tantos al que le hablaba, ofreciéndole un vaso rociado con un brillante polvo amarillo. 

martes, 12 de mayo de 2015

EL POLVO AMARILLO

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ
LEMA: POLVO AMARILLO, CUCHILLAS OXIDADAS.
                         FOTO DEL NACIMIENTO DE ARBUNIEL( POR JUAN QUESADA ESPINOSA) 

          El tiempo trascurrido en aquella cueva lo había provocado todo. No había ningún paso de aire, el ambiente estaba contaminado y la humedad se hacía intolerable. Tras varias semanas de trabajo, el polvo provocado por la barrena, en su girar contra la dura roca, le había dejado el pelo como una amalgama. Aquella tarde dejó de soportar su infierno y salió a la superficie.
Se metió en la bañera y durante varias horas se dio con el estropajo de esparto hasta que su piel cogió un tono envejecido. Sin embargo en sus párpados y en sus uñas no había forma de quitarse el rastro amarillento. El color de sus ojos denotaban como si una enfermedad hepática le hubiese atrapado.

Cogió la única maquinilla de afeitar del fondo de un cajón y procedió a afeitarse. La piel la tenía como la de un garbanzo hidratado y se dio sendas pasadas por la garganta. Cuando al rato volvió a mirarse en el espejo, vio varios regueros de un fluido que le inundaban el pecho.                                                   
Se sorprendió al comprobar que aquel líquido no era del color de su sangre.

viernes, 8 de mayo de 2015

NOSTALGIA POR TU AUSENCIA

Cristóbal Encinas Sánchez

                                    FOTOGRAFÍA CEDIDA POR  PEDRO OTAOLA 
Tengo la nostalgia de tus besos triste
de tu triste boca;
el plácido recuerdo de tu tiempo en vida,
alhajas todas de tu vida guardo.
Anoto las cavilaciones de mi mente
y vago pensando a todas hora el pasado:
no olvido tu paso por mi vida,
ni una letra de mis versos cambio.
Los caminos que se abren hacia el mundo
son torpes sendas que se pierden,
todo yace inerte si te has ido:
más que la verdad tuya nada existe.
Tengo de olores llenos los inviernos,
de claras nieblas y de lluvias frescas,
de nieves frías y de tu cuerpo,
de un sinfín de peripecias tuyas.
Y asociaste los colores a los tiempos y a las cosas.
Introdujiste en mi oído las esencias
y me ayudaste a contemplar el sutil canto de las rosas:
tú vivías en mí más que mi vida.
Se entorpecen mis horas en tu ausencia,
se agrandan los volcanes de mi noche,
y te pierdes en un caudal de esperanzas muertas

atadas a la tierra.

jueves, 7 de mayo de 2015

SIMIENTES DE AVENA

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ ( Dedicado a mi mujer)
                                FOTO TOMADA DEL ÁLBUM DE CARLOS PERIS

             Solíamos ir de mañana, en el mes de mayo, a recoger hierbas para los conejos. Las amapolas, cerrajones y lechuguillas les gustaba mucho. Las matas de avena estaban muy crecidas y podían verse en los ribazos de las acequias, en las cunetas y en los huertos desolados.  
Por las tardes salíamos a buscar lombrices para pescar cangrejos autóctonos, o insectos para las perdices. Ya comenzaban a hacer los nidos las tórtolas porque se las oía arrullarse.
De un puñado en el tallo de la avena, repelábamos de este todas las semillas que podíamos. Luego las lanzábamos con mucha fuerza sobre el jersey o el pantalón del amigo. Era un juego entretenido, pues se quedaban muchas de ellas enganchadas y significaba que eran  las novias que tendríamos en el transcurso de nuestra vida. Pero yo no me lo creía y me hacía una pregunta: ¿ Conozco a tantas chicas en la escuela? Lo tendría que verificar en el próximo fin de semana en la romería de San Isidro. ¿Sería ella la primera que me quisiera, la pobre de mi vecina? Sí, muy guapa y graciosa, pero escuchimizada. Ella era capaz de jugar a lo que se terciara en la plaza: subir a los pilares, a las tapias, colgarse en peso de los laterales de los camiones y  jugar al triángulo incansablemente en los ratos libres.

Teníamos tantas cosas en común que incluso hicimos la comunión el mismo día, pues a mi madre le gustaba vernos cogidos de la mano y pasear en la procesión: era tan pequeñita. Entonces pensé en ella vestida de novia, lo mismo que mi hermana cuando se casó.                               
Años más tarde la vería igual y con el pelo igual de largo: el día en que decidimos unirnos en matrimonio. 

UNA NOCHE Y TU MIRAR

Cristóbal Encinas Sánchez
                             (La fotografía es propiedad de Juan Quesada Espinosa)
Con unas líneas escritas
con afán y con desvelo,
empiezo a contar los días
que faltan a mi regreso.

Esta noche que es de estrellas,
de luna llena y de frío,
voy por las calles vagando,
buscando algo perdido.
Y la voz de mi guitarra
con poca poesía predica
un descontento en mi alma,
un desconsuelo tan hondo,
que cuando te veo respondo
a esa tu fugaz mirada
y me los hace olvidar.

Lo mismo que cualquier flor
siente al tomar el calor
que el sol le da cada día
o cuando siente el rocío
en sus pétalos posar,
siento yo con tu mirar.

Es para mí tu mirada
penetrante y ardorosa,
que tiene viveza y color:
lo mismo que para la rosa

es el sol.

TU TESORO

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ

Tu pelo está lozano. 

Tus ojos negros y grandes
están manado alegría.
Tus dientes con su blancura,
que es inmensa y de envidiar,
nos dejan ver su hermosura
al tú hablar,
cuando tus labios los dejan
asomar.

lunes, 4 de mayo de 2015

INÉDITO

Cristóbal Encinas Sánchez

                                   (Esta foto es propiedad de Juan Quesada  Espinosa)
Dejar que vuele el pensamiento
debe de ser una promesa
que a él mismo se había hecho de no volverse loco.
Las noches, sentado a la puerta
a luz de la luna,
le sugerían muchas cosas:
la alegría, la nostalgia por los seres queridos,
 la familia ausente.
A la luz de la luna sonreía
sin que  su sonrisa le quitara seriedad a su cara.
Algo perfecto desde dentro le afloraba,
porque el tiempo lo pasaba satisfecho.
Harto de promesas y de historias bien concebidas,
su mirada estaba puesta en las montañas,
al clamor en la noche que sentía
de las lechuzas, su canto, un embeleso.
Profundos recuerdos le sumían
en claras formas de libertad no usada,
inauditas y todavía impensadas.
Había dejado aparte la palabra inédito,

guardada en el cajón de lo no escrito.