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miércoles, 30 de julio de 2014

DON GREGORIO, MI MAESTRO

                                           DON GREGORIO, MI MAESTRO                                            Cristóbal Encinas Sánchez
       Don Gregorio Aguilar Ruiz nació en Arbuniel hace 92 años y murió el día uno de diciembre de 2007 en Jaén. Fue mi maestro y el de muchísimas personas del pueblo. Descanse en paz.
Yo estuve en su aula durante casi toda la década de los 60. Siempre lo recordaré como la persona totalmente entregada al sacrificio de su profesión, activo y dispuesto a conseguir una buena educación para sus alumnos y así erradicar, valientemente, una de las peores cosas que nos podía pasar en aquellos momentos: el analfabetismo.                                                 Tuvo en su mente "un norte ": tratar  de sacar al máximo número de alumnos de ese gran vacío que era y es la incultura. ¿Cuántas veces lo veía pasar por mi puerta, antes de las siete de la mañana, con aquel frío que hacía, con aquellas nevadas? Y  yo me decía: "Ahí va mi maestro, con el día que hace, a la escuela"; y es que era una persona incansable.                                            
Empezábamos la clase con el padrenuestro y después escribía en la pizarra una máxima: "La escuela es el yunque donde se forjan los hombres del mañana". Esta es la que mejor recuerdo y después comenzábamos las lecciones que entre mañana y tarde tocábamos, prácticamente, todas las asignaturas.   
Inventó un sistema de trabajo conjunto por equipos, grupos de cinco o seis alumnos con afinidad a uno de más edad y con más conocimientos. Todos los días teníamos una competición y había que estar con el lápiz en ristre.  Consistía en acertar el máximo número de preguntas en una libreta, las cuales el escribía, previamente, en la pizarra. Después se sumaban los aciertos de cada equipo. En un diagrama de barras se representaba, en colores, la altura que medía el saber de cada equipo. Eso nos ayudó a seguir estudiando con mayor interés. Fue un método muy productivo.                                                                                               Don Gregorio nos enseñó a ser disciplinados y puntuales, a usar la memoria y el razonamiento, la papelera y a estar limpios;  a respetar a los demás, ayudar a las personas mayores y a defender a los más pequeños.  Con los verbos teníamos una cita diaria, un verdadero duelo que lográbamos superar no sin inclemencias. Pero él sabía mucho: nos escribió en una cartulina grande en la pared, a vista de todos, las terminaciones de los tiempos verbales. Sabía francés y latín muy bien. A sus cincuenta y dos  años lo intentó con el idioma inglés y las primeras palabras con él las aprendí.                                                                                                                                                    Cuando acabé mis estudios primarios seguí yendo a su escuela, porque él lo estimó conveniente . En 1969, me presenté a una convocatoria de becas por el Ministerio de Trabajo, junto a otros cinco o seis alumnos y aprobamos. Yo lo conseguí porque las materias las mantenía frescas. Tras ocho años, acabé mis estudios en la Universidad Laboral de Córdoba.                                                                              
Quien le necesitó, lo tuvo a su disposición: rellenó solicitudes, revisó documentos, leyó escrituras de compraventa y fue de los consejeros más oídos. Fue un buen amigo. Su figura era especial y allá por donde iba se le admiraba.
El día uno marcó su ausencia, pero vivirá siempre en nuestros corazones.   Como cada día al comienzo de la clase, ahora, rezaremos un padrenuestro por él.                                                                                                                                                                       ¡Gracias, MAESTRO!, por tu dedicación.                                                                                
Arbuniel  a 14 de Diciembre de 2007

martes, 29 de julio de 2014

ROMANCE DEL AGUA BUENA

               
  
 (Dedicado a D. Narciso García Sicilia,
médico del pueblo, que tanto se preocupó
por nuestra salud en aquellos tiempos)
                                       
Los de Arbuniel, agua buena
a comprarla vamos ya.
En Cambil nunca les falta,
por buenos canales va,
derechita por los caños
al pilón a almacenar.
Allí les sobra ya tanta
que se va a desperdiciar.
Y nosotros tantos años
tomándonosla tan mal.
Recuerdo bien esos años,
por las acequias filtrar
el agua de los desechos,
con tifus, que era fatal:
el agua sucia mezclada
con la que era natural.
Hubo hasta una veintena
de casos de enfermedad,
allá en los años setenta,
pero nunca pasó "na".

No hay algo que más me guste
que el agua saborear,
de la fuente de la Higuera,
de la fuente del Mimbral,
de la fuente del Ministro,
de la Torre y la "Cañá";
el agua de Fuente Alta
y hasta del mismo Torcal.
Eran los años que he dicho,
me puedo bien recordar.
Bebía del Nacimiento
aquel agua sin clorar,
y sin ningún tratamiento,
y lo hacía sin pensar,
porque el agua era corriente.
Allí bebía el lanar,
el caprino, el caminante,
los mulos, el caballar;
pero era nuestra agua,
y nunca nos pasó "na".

Aquellos tiempos cambiaron,
que lo diga sanidad.
Y si es que le hacen análisis,
quedan muchos por probar,
aunque ya, después de todo,
no se podrá mentir más.

A los mismos será siempre
a quien nos toque pagar;
Y eso -yo me pregunto-:
¿por qué es, por qué será?
¡Lo importante es beber agua
que no esté "contaminá”!

¡Qué pena seguir pensando
que avanzar no se nos da!,
ni en carreteras, ni en aguas,
y menos en  olivar,
-mejor diré en el aceite,
que ni a dos euros valdrá.

¡Vaya con este gobierno
que para eso no está!
¡Qué pena me da del agua
que tenemos que tragar!,
por falta de previsión
o de buena voluntad.

¡Que así llevamos un siglo,
pero nunca pasó "na"!
¡Vamos al segundo siglo,
que acaba de comenzar!

"En octubre -me dijeron-
las obras empezarán
y para el próximo año
el agua Arbuniel tendrá".

Han pasado otros dos años
y los tubos sólo están
a la espera de llenarlos:
los permisos no los dan.
!Será importante beberla,
sin estar "contaminá"!      
                                                            (Arbuniel a 21 de septiembre de 2009) 
                             Cristóbal Encinas Sánchez 
NOTA BUENA: El agua potable entró en las casas de los vecinos del pueblo de Arbuniel el día 7 de julio de 
2014. 
                
                   

EL CARÁCTER DE LOLA


                          EL CARÁCTER DE LOLA
                                         Cristóbal Encinas Sánchez

      Inteligente, imaginativa y ruidosa pisa fuerte Lola. Sus palabras siempre son dulces y a todos ofrece su corazón.
En las fiestas del barrio se reúne con el grupo de teatro; el coro la espera para ensayar; los mayores desempolvan sus trajes regionales y bailan orgullosos; los más jóvenes sacan las máscaras. Todo lo hacen bajo sus auspicios y con satisfacción.  

Antes de acabar las fiestas, entró un reconocido anciano en el salón y habló delante del micrófono, dirigiéndose a ella de una forma áspera, desaprensiva e intransigente. Su soberbia encubierta y su  egocentrismo – le espetó- reducían el criterio personal de los que siempre colaboraban. Era la primera vez que alguien se le enfrentaba crispado.

A partir de aquel día, Lola ya no fue la misma. Ya no habría sugerencias ni mandatos. Comprendió que la gente tenía que ser independiente a la hora de tomar sus decisiones.

lunes, 28 de julio de 2014

¿QUÉ DESEAS, AMOR?

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ

Trato de favor busco al alabarte,
mirarte fijo con mirada ardiente,
añorando tus encuentros y tu suerte:
será la misma mía al esperarte.

Objeto de la Naturaleza eres
-sabia conquista del amor humano-,
que con nosotros va hacia el ocaso
ese empeño cierto de los genes.

No solo es deseo, es una ciencia:
gracia que al oído sabe hablarle
y al corazón llegar y traspasarle
con los mensajes claros: transparencias.

Yo te quiero, y así lo manifiesto,
para estar contigo y asombrarme
de tu grácil figura y asomarme
a ese mar que aflora de tus sueños. 

Me lanzas tu red llena de miradas,
asientes a compartir mis sentimientos
de cariño, de lucha, de contento...
Días pasan y noches como nada.

Un dulzor noble aplaca ese deseo
de entregados cuerpos desasidos,
que atados reverberan los suspiros
extasiados, gozosamente lentos.

Bonita experiencia es someternos,
dímelo tú, que siempre me aguardaste,
que siempre te olvidaste tener eso...
y no solo por eso te callaste:
decir que eras mi amor sin tener sexo.
Fortuna con frutos me aportaste.

Feliz día en la madurez anhelo
la hora justa que premie tu desvelo.


sábado, 26 de julio de 2014

EL GATO ACECHÓN

      EL GATO ACECHÓN        
Cristóbal Encinas Sánchez
      Tumbado en un rincón del patio, junto a las macetas florecidas, adormilado y feliz se mostraba el gato de la casa. Ronroneaba y comenzaba a desperezarse tras una buena siesta alejado de cualquier sobresalto. En esos momentos se entreabrió la puerta de la calle, entornada para que no entraran las moscas. Apareció una perra grande que, sigilosa, se fue acercando al patio y a la vez mirando por entre la cortina de tiras de chapas de la cerveza. Observaba detenidamente cómo un gato romano blanco y rubicundo disfrutaba a sus anchas de todo el espacio.  Cuando estuvo a la altura de él, muy delicadamente, le miró a los ojos hasta  sorprenderle.  El estampido que dio el felino fue espectacular. Nunca se vieron tantos músculos ponerse en acción, a una velocidad impensable para encaminarse a la frondosa parra que le protegía del sol. Comenzó el gato a escalar por el grueso tronco pero la perra ya le andaba a la zaga y con el hocico le dio varios empellones hasta echarlo al suelo. Volvió a saltar el gato y esta vez se encaramó por los ripios de la tapia, no llegando esta vez ni a la mitad de su altura. La agresora volvió a atraparlo con su boca cuidadosa y lo zarandeó. Maullaba una y otra vez al revolcarlo en el suelo a cada intento de escaparse. Había comenzado un juego incruento, sin dolencias ni heridas, en el que la perra llevaba siempre la iniciativa. Estaba acorralado y,  tambaleándose en una nube de polvo, se aproximó otra vez a la parra, cuando apareció el  amo. Este fue su salvación, pues cogió a la perra  por el collar y así pudo librarlo de su inquisidora, que ya lo tenía mareado de dar tumbos.                                         Ya  alejados, los dos animales se observaban: ella satisfecha y él expectante y serio, con el lomo crispado y el hopo levantado como señal de advertencia.                                        Llegó la calma y en el entramado verde del parral volvía a campar el gato resuelto como si nada ocurriese. A las varias horas, cuando empezó a ponerse el sol, aún permanecía la perra tumbada, junto al tronco, sin prisa esperando a que bajase el precioso minino, con una paciencia inusitada al no tener este otro sitio por dónde salirse del recinto. La seguridad que mostraba la perra era total: no se escaparía sin jugar otra vez con ella. Infeliz pensamiento, carente de lógica, porque inesperadamente, como un pesado bulto, se dejó caer el gato sobre el reposado cuerpo. La perra se había distraído un instante, el cual aprovechó para saltar sobre ella. En el momento de ponerle las patas sobre su barriga, se le escapó un ladrido que escandalizó a los que estaban en la casa. A la vez cayeron varias  macetas al suelo y un cubo metálico que se utilizaba para regarlas. El alboroto fue exagerado. La perra, adolecida y renqueante, se levantó de forma atolondrada para seguirle. Por la puerta entreabierta pasó el gato como una exhalación, dándose otro golpe contra el panel de la misma, que incrementó el sobresalto de los allí presentes.   
La perra se asomó a la puerta de la calle y se quedó triste con un par de orejas muy receptivas.                                            A los alarmados, esto les causó una sonora carcajada y a la vez admiración, al ver cómo se había escapado el pobre animal tras darle su escarmiento a la juguetona y molesta perrita.  


miércoles, 23 de julio de 2014

EL PÉTALO OLVIDADO

EL PÉTALO OLVIDADO
CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ

       Cogió un libro de antaño de la estantería y empezó a leerlo. Era de su época de juventud y presentaba un aspecto ajado y polvoriento. Había permanecido amontonado en el trastero, bajo otros libros sometido a trasiegos inesperados. Dos hojas aparecieron pegadas; sus letras estaban adheridas y decoloradas. Tuvo el presentimiento de saber por qué estaban así. Percibió un leve perfume que le traía recuerdos olvidados. Las hojas del libro se habían pegado muy bien, y se habían mantenido así porque nadie lo había leído después que él. Con sumo cuidado intentó separar las dos hojas con su larga uña, utilizándola a modo de abrecartas.
El perfume se desprendió del papel con poca fragancia y escaló el espacio hasta la anhelante nariz que lo olfateó. El disecado pétalo rojo, ya ennegrecido, como reliquia de una amistad, recobró en su mente el color original y el tacto aterciopelado que tuviera en una tarde primaveral. Recordaba la mejor rosa entre cientos que enseñoreaban el jardín que tantas veces frecuentó; para ella escogió el mejor pétalo, lo olió y se lo envió en una carta. Su pensamiento le transportó al jardín de su barrio, donde conoció a la niña más guapa con las
trenzas negras más largas que nunca vio. Le llegaban hasta la cintura y a él le gustaba hacer
comparaciones con las de otras chicas en la plaza.
Entonces una luz resplandeció en los ojos diminutos de aquel hombre ya casi apagado; una sonrisa brotó de sus labios secos, que parecieron saborear un exquisito manjar adornado de las mejores guirnaldas.

Era el mismo sabor que dejaba el poso de los años vividos y ahora caía en la cuenta. Era una semblanza: aquella chica parecía ser la que tenía junto a él, sentada enfrente en el hogar de su casa. Aquella mujer, era la chica  de la que se había enamorado y con la que había convivido los últimos sesenta años.

LA DESENGAÑADA

                  LA DESENGAÑADA                            CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ

      Sentada la novia en su habitación frente al espejo, observaba los últimos retoques que le hacía la peluquera antes de ponerle el velo. Con exquisita dulzura, su madre le ofreció el anhelado ramo de azahar. Su padre, en la puerta, estaba dispuesto a acompañarla hasta la iglesia. El novio, intranquilo pero sonriente, esperaba su llegada al altar. Así agotaba sus últimos minutos de soltería.                                                  Cuando el cura les echó las bendiciones, se besaron tiernamente. El novio rozaba los cuarenta; ella era unos años más joven. Fue un momento feliz para todos. Atrás quedaba una larga historia de indecisiones y, tras quince años, lo habían conseguido. Camino del hotel, en taxi, hicieron varias paradas en los lugares más solicitados para estas ocasiones y el cámara obtuvo un buen número de fotografías, para engrosar las páginas del álbum que inmortalizaría su compromiso. Ya casi llegando donde todos les esperaban, el novio recibió una llamada en su teléfono móvil.        
— ¡Hasta en el primer día de casados, ella te tiene que llamar!, ¿verdad? — dijo la recién casada, bastante enfurecida. Le quitó de la mano el teléfono y miró el número que figuraba en su pequeña pantalla. Él no respondió nada. Ella sabía que era el de su mejor amiga. El día anterior le había enviado un mensaje corto que le decía: “Mañana, después de casarte, yo seré la primera que te llame para decirte: Te esperaré hasta que la muerte os separe”. Y lo había cumplido.  Entonces, el móvil salió disparado por la ventanilla del conductor con tal suerte que se estrelló contra un muro próximo y se hizo añicos.
— ¡Vete, vete ahora con ella! – le dijo con rencor y coraje– ¡Por favor!, pare usted junto a las escaleras que bajan hasta el embarcadero.
El conductor lo hizo al punto. La mujer se bajó del vehículo como una exhalación y tiró al agua aquel estilizado ramo de flores; se quitó el vestido, lo dejó en el suelo y se lanzó al caudaloso río. El barquero, que estaba oculto tras el muro, oyó un fuerte golpe en el agua y pensó que alguien podía haberse precipitado al vacío y necesitar de su ayuda.  Se apresuró y, con habilidad, la sacó del agua en segundos.
La novia era una chica guapa  —pensó él–  que lucía una finísima ropa interior, con encajes y labores delicadas. El pelo mojado y revuelto sobre su cara la hacía irreconocible. El hombre le ayudó a sentarse en el lugar más idóneo, mientras ella le indicaba con su mano la otra orilla. Él hubiese deseado encontrar a aquella chica en mejores circunstancias y haberle ofrecido un vistoso y placentero viaje por el río, como ella se merecía, pero se conformó con ser quien la rescatara del peligro.

––¡Por favor!, si es tan amable ¿me puede llevar a la otra orilla? Aléjese de aquí lo más rápido que pueda -susurró ella cuando se serenó y pudo articular palabra.                                                  La gente asomada al pretil quedó atónita contemplando un panorama tan inusual e incomprensible.

lunes, 21 de julio de 2014

CUERPO DÉBIL     
Cristóbal Encinas Sánchez
Sólo era un cuerpo débil, 
acogido, abrazado y escaso.                                             
Todo había acabado para él                                                                                                          y para ella.                                                                                  
Sólo podía llorar.                                                                                                            
Un cuerpo solo, hueco de ternura,                                                                                  
que ya lo tapa todo.                                                                                                         
¿Qué puedes hacer si ya eres viejo                                                                                  
y la última frontera está próxima?                                                                                           
Coge tu atuendo, las palabras más sentidas y sinceras                                                      
y ¡escápate!                                                                                                                       
El cuerpo no aligera nada ni entorpece,                                                                                  
ni es grande ni pequeño para lo que le espera.                                                             
Pero aun así, es un gran apoyo si alguien te acoge. 
Solo sé eso.                                                                                                                                     ¡Que tu espíritu se haga fuerte con mi presencia!

sábado, 19 de julio de 2014

NEOCORNAMICINA

              NEOCORNAMICINA (marca no registrada)                                 Cristóbal Encinas Sánchez

1.- Qué es y para que se utiliza.  Es un analgésico “lobotomizante” superficial del cerebro. Se utiliza para tratar el dolor en el punto del nacimiento de un incipiente par de astas. 

2.- Antes de tomar Neocornamicina. Debe de estar seguro de que el paciente ha sido burlado, infielmente, por su pareja o cónyuge. Si no fuera así, el medicamento le producirá cuadros de ansiedad si le demuestran su error, y se le incrementarían según su grado de incertidumbre al respecto. Tenga especial cuidado con Neocornamicina si es alérgico a besitos que dé su pareja, aunque sean simulados; a esas miraditas cómplices en reuniones cariñosas, o a tocamientos amistosos en aglomeraciones y roces esporádicos y fiestas imprevistas, así como en acogidas glamurosas de fans.

3.- Cómo tomarlo. Siempre se hará con un poco de paciencia. Un buen trago por la mañana al comenzar el día y un mal trago por la noche.  
            
4.- Posibles efectos adversos. Si en el último año tomó usted Neopintacornil, por sospechar, en principio, de su cónyuge sin pruebas obvias suficientes, no debe tomar Neocornamicina ya que tiene efectos alergénicos y contrarios de absorción de humores y esto provoca retraimiento prepucial, dando lugar a lo que se llama "pene retrógrado".
Efectos secundarios. A partir de la segunda semana se advertirán dos pequeños círculos donde se puede caer el pelo, con una exfoliación preliminar promiscua. Deseos de matar al sospechoso del sexo opuesto y un retraimiento de las gónadas en el hombre. O sea que se le puede juntar “todo” al hombre.

5.-Conservación. Fuera de la vista de los niños para que no sospechen. Se conservará a 0º C para que nadie se lo pueda beber, pues cristaliza en el sistema “postnupcial”.

6.- Información adicional. El principio activo es el "anticornio" desbastado. El aspecto del producto en el envase es esclarecido, con capacidad de medio litro. Lleva una pantalla espejada en el interior para que cuando se beba un trago se aprecien cómo van desapareciendo los susodichos apéndices. Se recomienda llevar un tricornio para disimular. 
         

7.-Caducidad. Caduca misteriosamente en el momento en que la relación se normaliza, por lo que se aconseja revisarla y tener aproximaciones y dialogar antes de su deterioro. Así se preservará la integridad de la pareja.

jueves, 17 de julio de 2014

ELOGIO AL ROSCO Y AL VINO                                        Cristóbal Encinas Sánchez    
                                                                                                          Mi trabajo me ha costado:  he pesado, he cortado y bien medido;  frito y azucarado después me lo he comido. No sé si en algo he fallado, si en el freir o enrollar, pero guay me lo he pasado al sopesar y raspar, más poniendo que quitando encerrado en la cocina. Montando las claras,  removiendo con la harina  y añadiéndole un vasito de anisete a la leche, un puñado de canela.  No me enfadó el resultado: el sabor me entusiasmó del rosquete,  y más si está bien formado.Sacarlos de la sartén   en su punto justo,  y no quemados , por dos veces espolvoreados, porque así quedan  al gusto. 
Después, sentarme a la lumbre, fui a posar como es costumbre en invierno para sacar de vino añejo la bota, buen pellejo, con un tiesto de garbanzos y rosetas, una orcilla de aceitunas aliñadas con romero y con tomillo  y una tira de tocino, no muy fino, de unos dos dedos de grueso. ¡Ahí va eso! Medio quemado el torrezno, es delicioso el manjar, mejor diría suculento sobre un trozo de pan que no te quepa en la mano. Quedo en paz.
Lamento dejar, hermano, mis dos entretenimientos: hacer roscos de sartén, ponerme a la lumbre presto con buen vino y alimentos. El harakiri después, y a pierna suelta, durmiendo.

También tengo que decir 
que yo solo no podría, 
hacer la confitería  
ni que soy un buen gourmet  
y que solo he fabricado 
estos roscos de sartén:
mi mujer estaba al lado 
de mi y yo sin ella no sé, 
-y de esto si sé un rato- 
ni fregar un simple plato, 
a no ser por su entender.
Gracias le debo ofrecer.

lunes, 14 de julio de 2014

SOL QUE ME FALTA

(soneto) 

Cristóbal Encinas Sánchez

Sol que me falta en irónica tarde


en la que siento que me quedo inerme


ante la noche en la que defenderme


sin luz, con una cerilla que no arde.


Sostengo en esta mano débil pluma


que no atrae palabras cariñosas


ni descifra las frases caprichosas,


enredos, cumplidos deseos, bruma.


Cansado de errar en el desatino


me paro en cualquier receso y busco


a alguien que me ofrezca en el camino


las razones claras que aún rebusco


en el fondo de mi alma desquiciada


que me saquen de sendas, pues me ofusco,


maltrechas de esta vida desolada.


EL GITANO ARIAS


      Cristóbal Encinas Sánchez

         Bien temprano llegó al pueblo un hombre forastero muy trajeado, preguntando por Arias. Se dirigió a un hombre bajito y amable que afirmó conocerlo -con socarronería disimulada-, y que lo más probable era que estuviese junto a un pilar en una plaza al final de la calle, y que, por más señas, era gitano, alto y muy moreno. El visitante le dio las gracias y siguió caminando hasta que divisó a un grupo de hombres hablando en corro en el lugar mencionado. Sentado en la taza de la fuente, reconoció al hombre que buscaba, pues su imagen coincidía con la descrita.                 

     El forastero se acercó a los tertulianos con tal decisión que, al verlo llegar, callaron. Se dirigió al más moreno:

    -¡Buenos días! Por favor, ¿me pueden decir cuál de ustedes es el gitano Arias? -con un desplante como si ya lo conociera y, aproximándose hasta su altura, le miro y esperó la respuesta. Bien dispuesto y con determinación, el inquirido se echó para adelante, bajando de su duro asiento, para dar respuesta a la improcedente  pregunta. Se arremangó un poco el jersey y sin terminar de erguirse se inclinó un poco hacia su derecha. Como un relámpago le secundó con dos guascas despampanantes. Aturdido, el maltratado dejó salir de su boca una exclamación contenida, por si acaso:

    -¡La madre que lo parió!

    -¿Quién le ha dicho que yo soy gitano? –preguntó el agraviado.

    -Hombre, usted perdóneme; yo no le he insultado para que me pegue así. Yo vengo con toda mi buena intención a traerle albricias, pues un hombre bajito me ha informado, con pelos y señales, de cómo era usted. Por ello, me he dirigido directamente. En realidad, a mí me da igual tratar con cualquier persona, sea o no gitana, siempre que sea con respeto, cosa que usted no ha tenido conmigo.

    Al hombre lo habían confundido adrede, para reírse de él, ya que sabían las pulgas que tenía el tal Arias, que a continuación le dio contestación.

   - Pues yo soy el "gitano" Arias. ¿Qué desea usted de mí?

   - Le traigo una razón importante de un señor que usted conoce bien. Le quiere ofrecer trabajo en la capital.

    Los dos se fueron disculpándose: el uno por ser un infeliz y por preguntar con un adjetivo inventado, y el otro, por ser demasiado impulsivo y no reparar en que alguien le pudiera gastar una broma. Seguro es que si el “gitano” Arias supiese quién había argüido la asechanza para dejar al pobre hombre en ridículo, le hubiera dado otras dos guascas más impresionantes que las recién horneadas y, tal vez incluso a horas tan tempranas, hubiese aterrizado en el pilón.                                                                                                   Nunca se supo quién se inventó el sobrenombre, porque de ser así le hubiesen quedado pocas ganas de repetirlo.

La única familia gitana que vivía en el pueblo se había criado allí y era considerada como otra más, sin diferencias, y era muy apreciada por todos.

UN GRAJO BLANCO


                   UN GRAJO BLANCO                                                   Cristóbal Encinas Sánchez

        Muchos investigadores de las ciencias se han dedicado a la búsqueda del grajo blanco y bastantes lo han conseguido. La filosofía, otra de las misiones que ha tenido es la de advertirnos del peligro de sacar conclusiones de ciertos eventos a priori, sin tener demasiados elementos contrastados en nuestro haber y de creernos las cosas a la primera.                                                                                                                                     En el caso de nuestra nueva farmacia, no dimos crédito a que pudiéramos disfrutarla en 2013,  tras la primera convocatoria, por los problemas que pudieran confluir en aquellos momentos. Se asignó definitivamente la licencia al que tuvo la mayor puntuación, según las bases.                                                                                                                           En los años sesenta tuvimos un médico, don Narciso García Sicilia, que se preocupó  de administrar el primer botiquín, que comenzó con la distribución de unas docenas de medicamentos en una pequeña habitación con una estantería. En este hombre también tuvimos a un alcalde pedáneo que prolongó las obras de alcantarillado y una red de agua para el servicio doméstico – no potable-  que llegó casi a todas las viviendas. Era algo impensable en aquellos tiempos. Con mucha constancia contribuyó a preservarnos, entre otras enfermedades, de posibles infecciones por salmonella, poniendo todo su esfuerzo por conseguir la máxima salubridad del agua potable en las dos únicas fuentes de las que nos abastecíamos.                                                                                                            Ahora, en este año de 2014, pasados casi cincuenta años de lo anteriormente referido, y gracias a la ley propuesta y aprobada por la Junta de Andalucía, nuestro pueblo de Arbuniel tiene una farmacia desde el día 2 de junio. Por otro lado, treintaicinco días más tarde, disfrutamos del agua potable en las viviendas, desde el día 7 de julio, al formular un proyecto la Junta de Andalucía, de mejora del abastecimiento del agua potable para Cambil y Arbuniel, y que el  Ayuntamiento ha realizado mediante canalización desde Mata Bejid hasta el nuevo depósito.                                                                                                                Por los acontecimientos acaecidos se puede decir, sin miedo a equivocarse, que en este año hemos conseguido dos cosas muy necesarias y es justo agradecérselo y reconocérselo a todas las personas que han colaborado desde hace muchos años por conseguirlas; también al Ayuntamiento de Cambil-Arbuniel y a la Junta de Andalucía. ¡Enhorabuena a los habitantes de Arbuniel!, por disfrutar ya de estas dos cosas que desde tan lejanas épocas veníamos careciendo: el agua potable en las viviendas y una bonita farmacia.