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martes, 28 de octubre de 2014

UN LIBRO MUY GRANDE

Cristóbal Encinas Sánchez

      Una noche estaba mi nieta leyendo sus libros de texto, muy ensimismada. Parecía que los disfrutaba, así que le dije: "A mí sí que me costaba estudiar, no como a ti. Tenía que llevar el libro cargado en la burra, de lo pesado que era. Sus hojas eran grandísimas y cuando las iba a pasar se ondeaban y no las podía sujetar, así que las soltaba y volvían casi siempre a  la misma posición.
Cuando me fui a la mili, dejé el libro sobre la burra, no lo descargué. El gallo que tenía para que me despertara -encerrado en una jaula en la terraza de mi dormitorio- se lo regaló a mi madre un señor que le vendió un cupón de la ONCE que luego salió premiado.  Ella me lo había dejado para que me despertara  pronto. Así me prepararía con tiempo la lección. Pues a él también lo dejé subido en la burra.

Como tardé en volver más de un año -estuve en África- a mi regreso me esperaban todos con los brazos abiertos. Saludé a mis padres y a mis hermanos, y a todos nos dio gran alegría de vernos. Al rato me indicó mi madre que fuera a ver a la burra, al fin y al cabo era compañera de fatigas. Quedé casi sin voz cuando entré en el patio y vi que la tenían cargada con el libro. Me pareció que la pobre estaba medio despanzurrada, cansada. "Nadie ha sido capaz de quitarle la carga" -dije apenado-.
—No -respondió mi padre un poco risueño-. Es que te la hemos preparado para que mañana puedas seguir yendo a la escuela.

El libro parecía haber crecido, pues era más grande que cuando lo dejé.
Por la noche metí en mi macuto unas pocas cosas que me tenía mi madre reservadas y unos zapatos nuevos. A otro día, me levanté cuando cantó el gallo y entonces fue cuando no pude esperar más. Decidí preparar mi reenganche en el Ejército.

Pero eso, muchos días, se lo repito a mi nieta y no se lo cree: "Ahora sí que es fácil estudiar".

domingo, 26 de octubre de 2014

A LA LUZ DE LA LUNA

Cristóbal  Encinas  Sánchez

       Entre las junqueras del estanque las ranas croaban incansables su resuelta partitura, complaciendo a la noche cálida y buscando ansiosas, tal vez, a sus parejas. Las sopranos tenían sus cuerdas bien templadas, dando unos tonos sonoros, brillantes.
Pendiente estaba yo de aquellos cantares anfibios cuando recordé la rana del cuento a la que besó un príncipe y se convirtió en hermosa doncella, a pesar de que su piel resbaladiza no era apetecible para ser besada.
Todas las tardes del verano cantan a coro, y en una de ellas me acerqué sigiloso al agua cristalina que transmitía las suaves ondas de sus imperceptibles saltos. Los resueltos ojos semiescondidos bajo la superficie escudriñaban sin ser vistos, y sin alterarse, mi figura. Me agaché y me fui hacia la parte más tupida de las junqueras altas, con una lentitud tan exagerada que hasta pude cazar a una. En mis manos la contemplé y la acerqué a mi cara. Entonces se me ocurrió darle un ligero beso. Con las patas estiradas, me miró atenta. Yo la observaba, como esperando una transformación instantánea. Como no ocurría nada, le secundé con otro beso, dándome la impresión de que me sonreía. Nada de eso. La puse suavemente en la palma de mi mano y al final se decidió a dar un salto olímpico con un estilo impecable que la llevó hacia el centro del estanque.
Esta tarde cuando anochecía me he pasado otra vez por el estanque cuando estaban en una sinfonía plena. Oigo algunos chapoteos. ¿Pensaría la rana que estuvo en mis manos que al darle el beso, quizá, fuera yo el que se transformara en su príncipe?

En esas noches del verano cuando la luna está en su plenilunio y resuenan cantos entregados, yo me imagino que estoy nadando en un lago rodeado de verdes arboledas e inundado de exóticas fragancias. Y que allí hay una mujer escondida que se me acercará para hablarme con voz apasionada. Entonces, los dos nos vamos nadando hacia una pequeña isla interior, en la claridad de una noche solazada.

jueves, 23 de octubre de 2014

UNA VOZ QUE TRATA DE ACALLAR

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ

Tose una voz que trata de acallar las voces groseras
 y tortuosas de la calle donde no hay control de nadie,
 ni custodia, como tampoco hay voluntad de mejorar nada.
Hasta una docena de noctámbulos juerguistas pululan
alarmando con sus gritos al que duerme
o que administra su silencio.
Zozobran las horas machaconamente hasta la madrugada,
pero es la calma la que se espera deseada
porque un policía hace su ronda
y vigila a los desaliñados que se empeñan
en ensuciar las aceras de colillas
y el aire de exabruptos:
están llenos como odres de alcohol, empedernidos.
Guarda la calle, ahora, el silencio al alba,                                                       cuando ya la noche no tiene compostura.

miércoles, 22 de octubre de 2014

NO ERES COMO ANTES

Cristóbal Encinas Sánchez

Ahora te comprendo.
No puedes ver lo que yo 
pues soy más viejo.
No tienes la cabeza donde crees.
Tus manos las veo temblar
y disimular tus equívocos no puedes.
Te veo caminar por tristes pensamientos
que no son los mismos que antes paseabas.
No sabes volver a tus orígenes
y tú mismo te destrozas.
No admites las contemplaciones
para que nadie reconozca tus torpezas;
aunque razones tengas,
pero ninguna de ellas te es satisfactoria.

Ahora miras con ojos de viejo desoído
desde la atalaya del soberbio resabiado,
como antes te miraban a ti
y a donde  no puedes dirigirte ni mirar.
Como nadie de los de tu clase,
tú tampoco sabes soportar                                                               que tu caída es segura y desesperante.

domingo, 19 de octubre de 2014

UN HOMBRE QUE VIVIÓ EN EL FRÍO

 Cristóbal Encinas Sánchez   
                                                                                                                                 
UN HOMBRE PASÓ FRÍO EN LOS CAMPOS NEVADOS DE LA MUERTE
 AL LADO DE LOS CUERPOS YERTOS DE SUS AMIGOS,
 MUCHO TIEMPO.
 ÉL ESTABA ABRIGADO PERO SINTIÓ AÚN MÁS FRÍO 
 CUANDO NO PODÍA TAPARSE CON UNA PALABRA DE CARIÑO 
 QUE LE HICIERA ENTRAR EN CALOR.
 CUANDO VOLVIÓ A SU CASA DESPUÉS DE LA CONTIENDA 
 TENÍA LA LUMBRE ENCENDIDA DÍA Y NOCHE, INVIERNO Y VERANO. 
 AQUEL PAISAJE DE FRÍO DESOLADOR 
 SE LE QUEDÓ ENGANCHADO AL ALMA. 
 PERO AÚN ESPERABA QUE ALGÚN AMIGO CAÍDO REGRESARA 
 Y LE DIERA SUS CÁLIDAS PALABRAS.



sábado, 18 de octubre de 2014

PALABRAS A DESTIEMPO

Cristóbal Encinas Sánchez

      Estoy pensando en que ayer te hablé apresuradamente en el trabajo y por ello tuviste una respuesta desafortunada. Pasé una tarde de zozobra hasta que fui a esperarte a tu casa. Tú no te podías imaginar que te esperaba allí con el fin de terminar la conversación y te enojaste. Todas las explicaciones que me diste no te las iba a pedir porque no eran necesarias. Solo quería recordarte, como en otras ocasiones, que improvisas mucho cuando comprendes que estás en alguna situación estresante o contradictoria, y tus comentarios van destinados a sacarte del apuro. Lo mismo te ocurre cuando alguien te quiere coger en alguna de tus frases ingeniosas o deslumbrantes. Le das énfasis a cosas sin sentido, en las cuales reconocemos todos una ingenuidad exagerada y que me causa desconcierto, como de que estuvieras en la cuerda floja.
Sé que hay días en que escuchas ciertos debates en la radio, en la cama antes de levantarte, que te hacen mella. Tú misma lo has dicho, y a consecuencia de ello tienes un vocabulario agresivo, que provoca  malestar. Tú no te das cuenta pero hay ciertas palabras que se te graban en la memoria, aunque trates de no decirlas en tu emisión. Esas palabras, por algún motivo, has decidido que sean relevantes o especiales y las llevas al hilo de tus conversaciones con los invitados al programa. Y es evidente que montas una estrategia desafiante y tormentosa que después irás puliendo poco a poco para no ser descubierta y, consecuentemente, escarnecida; pero ya es tarde.
Para este comportamiento, te digo, no encuentro respuesta. Opino que deberías de cambiar de emisora y escuchar canal Radio Clásica que es de música.
¿Sabes que tus jefes no te controlan casi porque eres desenvuelta e innovadora? También porque consigues que nada se anteponga a tus proyectos. Eso es bueno.

Otra vez intentaré acercarme a ti con la simpatía y la dulzura que mereces, en voz baja y cálida, como buen amigo. Entonces, será seguro que me escucharás como si estuvieras tomando un baño de espuma, plácidamente.


viernes, 17 de octubre de 2014

¡DÉJALAS, QUE SE LAS LLEVE EL RÍO!

Cristóbal Encinas Sánchez

Los árboles tiran las hojas,
los pájaros están sombríos;
y de la mujer que quiero
su amor me tiene perdido.

Los árboles están sumidos,
ya las hojas se cayeron,
los pájaros se marcharon
y yo, muriéndome, quedo.

Las hojas están ya secas,
todos los ríos se llenaron
del agua de aquellas lluvias
que del invierno brotaron.
Yo no sé si ellas regaron
el campo que yo regué:
el campo del corazón,
más intenso y más bravío.
Mis ojos vacíos se quedaron de llorar.

Las penas que a mí me acosan
son de alto poderío;
ningún querer me la roba
pues teme salir vencido.
Solo tú puedes quitarlas,
solo tú, con tu cariño,
estas penas del corazón mío.
Mas, yo a este le digo:
¡Déjalas, que se las lleve el río!,
ese río del olvido;
que se vayan solas,
solas sin mi abrigo.
¡Penas solas!, id solitas,
que no os tenderé la mano
y me quedaré tranquilo.

¡Déjalas, que se las lleve el río!.
Y mi corazón responde:
Penas solas van solitas,                                                                                                      que sin ellas, vivo.

jueves, 16 de octubre de 2014

UN RECUERDO LEJANO TUYO

Cristóbal Encinas Sánchez

Tu cara la guardo en una estampa
que yace pegada a fina seda
en una amplia habitación blanca.

Tu aliento lo guardo en un estambre
de color amarillo ensombrecido;
cuando quiero olerlo, me entristezco,
porque él me evoca tu ausencia.

Tu mirada la tengo almacenada,
tus palabras me sirven de consuelo
porque arrancan del fondo de mi alma
para hablarme con suave caricia.

Tus manos blancas -son de terciopelo-
susurran en mi cara en el pasado,
como auroras boreales en invierno;
irisando la luz inabarcable.

Tus largos cabellos que aún sostengo
recogidos en dos trenzas moldeables,
se columpian en sueños por la brisa
sin saber separarse de mis manos,
ávidas y quedas a intervalos.

Tus pechos duros como el fruto henchido,
bien puestos como álamo en la alameda,
prestos para alimentar al hijo
del hombre que te quiere como a nadie,
son como un manantial de aguas cálidas.

Tus sueños de antaño perviven hoy
en mi almacén de los viejos recuerdos,
porque todos me asaltan en la noche;
tus ojos me inundan por las mañanas,
y, al salir el sol, lo abarcan todo,
recién vestida y clara; sosegada
vas andando por la arena sola,                                                                                           buscándome hacia atrás con la mirada.

martes, 14 de octubre de 2014

GRACIAS, PAULA

Cristóbal Encinas Sánchez

Tengo la necesidad de darte las gracias
pero no soy capaz de ir a buscarte.
Tal vez es que soy tímido
pero es que no quiero
que tus compañeros me vean acercarme.
Quiero que sepas que todos los días,
al llegar la hora del tonto percance,
lo recuerdo y te digo:
“Gracias, Paula, por abrirme los ojos y escucharme”.
Fuiste seria y tan comprensiva,
que si doy el salto por aquel camino
me hubiera, seguro, arrepentido,                                                                porque no era el natural para encontrarte.

viernes, 10 de octubre de 2014

REBELDE

Cristóbal Encinas Sánchez

Solo un hilo de silencio pasa inadvertido
por la malla de un mar ansioso de cazarte,
cuando andas por el apacible surco de su playa.
Juntos caminamos pensando que nunca llegaremos al final.
Confiados estamos en que la penumbra no nos cogerá.
Y es al contrario, pasto somos de su total negrura.
Si estás incólume, podrás nadar y arroparte entre las brumas.
Mas no es ese tu destino.
Todo desaparecerá de las miradas que te arrebatan,
de esos que aún no sufren el paso cercenador de los años,
es cuestión de tiempo.
Pero tú eres joven todavía.
Si no estás segura, no mires, no te ciegue otra luz;
pasa inadvertida y en cuanto puedas prepárate y lucha,
aprende de la vida.
Enriquécete de sal en la infinita raya del horizonte,
que todo tiene espera,
porque todo está recreándose para ti.
Disfruta como una rebelde que sabe por qué lo es,                           y porque esa es tu óptima partida.

jueves, 9 de octubre de 2014

UNA PROPUESTA DE VOLVER

Cristóbal Encinas Sánchez 
                  
 Aquella noche soñé que entraba a la prisión. Me despertaba desasosegado, pero como sabía que más tarde iría, me dormí y seguí soñando. Eran las cinco de la madrugada y en la calle, en un bar próximo, montaron una algarabía. La Navidad estaba próxima. Se oía un canturreo y acompañamiento de castañuelas con los dedos sobre una mesa que no me ayudaba a dormir bien. Y aun despierto, pensaba en que al dormirme seguiría soñando.
Dentro de la cárcel, yo recitaría poemas de Antonio Machado, de Luis Cernuda y Miguel Hernández, junto a mis compañeros. Eran poemas cortos y sus versos los tenía aprendidos de memoria y medidos como una partitura. Pero pensando en caminar por aquellos pasillos, atravesando cancelas, se me atropellaban los versos y las ideas. Me encontraría con personas de diferentes culturas, modos de actuar y de ser. Cada uno en su módulo o en actividades varias. ¿Cuántas cosas tendría que descubrir para llegar a la biblioteca?

 Al levantarme de mi cama tenía mucha incertidumbre. Así que fui a asearme rápidamente y salí de casa en busca del coche. No podía llegar tarde, había quedado en ir allí con varios amigos. El tiempo se me hacía largo a pesar de no ser mucha la distancia a la prisión, pensando en que me podía equivocar de ruta y dirigirme por la autovía hacia otro pueblo y tener que dar la vuelta.

  Al entrar en la prisión me dio una sensación extraña, de desarraigo, pero no tanto como esperaba. Allí está todo muy programado y no hay grandes distancias salvo la de la puerta de entrada hasta la edificación. ¿Cuántas ilusiones rezagadas, apartadas, hace mese o años, aguardaban para realizarse? ¡Cuántas caras desconocidas y qué expresiones de desenfado y de tranquilad tenían cuando los vimos! Nos estaban aguardando con fruición, con ánimo, como al que le toca la suerte de bailar con la chica más guapa del baile.
Habíamos pasado los controles que custodian la entrada hasta donde están esas personas, como si nada. Ellos nos habían esperado más de una hora y puedo decir que son gente atareada en sus cosas y que no desaprovechan el tiempo. Su expectación era sorprendente, como niños que saben que se les recompensaría después con un bizcocho.                                La biblioteca, luminosa y limpia, era espaciosa y tenía grandes mesas donde nos apoyamos para recitar aquellos versos que se vertieron, saboreados y trabajados, transidos de un profundo sentimiento y aceptación.                                                                                     Pasamos dos horas a gusto, generosas por parte de ellos, principalmente, y en las que al despedirnos les hicimos la propuesta de volver, que aceptaron con convicción. Fue un momento de bienestar, de sonrisas y de agradecimientos mutuos.

 Tras pasar varios años, los que recitamos aquel día, todavía no nos hemos vuelto a acordar de aquella proposición que les hicimos. 

martes, 7 de octubre de 2014

LEMA: CAMPANADAS

CRISTÓBAL  ENCINAS  SÁNCHEZ
EL HALLAZGO                                                                                                           Una gran pesadumbre mantenía a la gente con el corazón oprimido. En la aldea nadie dormía más de dos horas seguidas y raramente se podía descansar.
A los tres días, por la mañana bien temprano, sonaron las campanas, jubilosas. Era lo que todos, sobrecogidos, estaban esperando. Los dos hermanos perdidos habían sido encontrados vivos en la ribera del río por su perro.
                               ..........................................................
LA BODA                                                                                                                    La pareja de novios esperaba llegar a la iglesia para recibir las ansiadas bendiciones. La solemne oleada de campanadas al vuelo, que manifestaban su gozo, se vio interrumpida en seco antes de que ellos llegaran. Eso les preocupó.                                                                                            Se arremolinó la gente entorno al singular edificio. A nadie le había ocurrido nada malo, solo habían visto caer a una de las campanas con su loco badajo hasta topar contra el suelo. Un profundo socavón quedo inserto en la acera de hormigón.                                                                                                Unos segundos antes, tras volver la esquina, una madre y su hija habían pasado por aquel punto fatídico camino de la fuente para llenar sus cántaros de agua. 

TE PROPONGO UN TRATO

Cristóbal Encinas Sánchez
Hola Silvia:                                                                                          Siempre he tratado de cumplir lo que prometo, y nunca he amenazado a nadie, solo cuando estaba en la escuela y los niños jugaban a darme vueltas, me mareaban; pero las amenazas eran de dulce, nimias e instantáneas. No me gusta crear o mantener malos rollos o permanecer enfadado con una cara larga que te llegue al suelo, ni mis miradas son recelosas. Me gusta la afabilidad y la conversación, como ahora contigo.
Te escribo, a pesar estar viéndonos desde hace años y nunca haber tenido ocasión de conocernos, para proponerte, si me lo permites, un trato:  no dejes transcurrir un momento sin que aflore en tu cara la sonrisa. A cambio yo te ofreceré mi ayuda, si lo estimas oportuno; cuando tengas un problema que te agobie o que  no puedas solucionar, dímelo.
Si te deja tu padre, puedo acompañarte hasta el trabajo y luego te esperaré a la salida. Ya sabes que todos los días te veo llegar y despedirte de tu hijo, al que besas con tanto amor que me recuerdas a mi madre. Esto me conforta y me da el primer aliciente del día.
No sé si te has dado cuenta de que mi parálisis no me impide el desarrollo normal de mi vida, desde mi silla. Tú me has visto algunas veces en el jardín,  plantando el césped y cuidando estos árboles que me dan vida. En los días tardíos del otoño, preparo mis arreos y planto mis arbolitos preferidos, que siempre agarran bien. Tengo suerte en ello, pero también  lo hago con tanto cariño; además, como soy hijo único, esta casa será algún día de mi propiedad.
Perdona mi atrevimiento, pero no sé si te has dado cuenta de que quiero llegar a tener un compromiso contigo. Todo el día estoy pensando en ti. Así, mis días son más alegres, ocupados y fáciles. Las horas se me pasan más ligeras  cuando te veo pasar por mi puerta dos veces cada día. Cuando traspones, digo: "¡qué hermosa es!". Me complace observarte, cómo andas, qué soltura manifiestas y qué donaire. Después, por la tarde, me aplico a la lectura, escribiendo algún poema de amor o recortando recetas de cocina.

No pudo decírtelo más claro, estoy nervioso. Me gustaría que me dijeras que no te disgusta que te acompañe. Nunca he visto que ningún hombre, en estos cuatro años, lo haga. Me he preguntado mil veces si yo podría hacerlo.
No hace falta que me contestes ahora, porque lo que más me importaba era decírtelo. Como siempre, soñaré contento esperando tu contestación. De este intento de amistad contigo saldrá una relación satisfactoria. Creo que te amo y no siento nada por otra mujer que no seas tú.
("Esta vez, sí echaré esta carta al correo"). 

                                           Jaén, a 7 de octubre, 2014

viernes, 3 de octubre de 2014

ISABEL Y LA JUSTICIA

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ

El llanto del pueblo clama justicia.
Isabel monta en su caballo y no espera al alba.
La fuerte lluvia no es obstáculo.
Cruza veloz angostos puertos y extensas llanuras.
Encuentra a los malvados: les aplica la ley.                                       Entonces el pueblo tiene amparo. 

jueves, 2 de octubre de 2014

SI TE VIENES AL ALBA

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ

POR UN MIRAR DE TUS OJOS, 
NO SÉ MORENA,
DE ESOS TUS OJOS NEGROS
LOS MÁS BONITOS DE TODOS.

POR UN BESO DE TUS BOCA, 
NO SÉ MORENA, 
DE ESA TU BOCA DE AZÚCAR
DE TODAS LA MÁS SABROSA.

POR UNA SONRISA TUYA,  
NO SÉ MORENA, 
ME VUELVO LOCO, 
EL MÁS LOCO DE TODOS. 

¿TE VIENES, NIÑA, CONMIGO
  EN MI CABALLO A LOS CAMPOS
A COGER FRESAS Y TRIGO 
Y SUBIR POR LOS BARRANCOS?

Te traeré una rosa              
por una mirada,
sin ninguna espina,                                                                              en la madrugada.                                                          
   
         Te traeré el rocío, mi amor,                                                                                                                                mi vida,  en un arca                                                                                                                                                     con todos los tesoros
si te vienes al alba.