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viernes, 22 de marzo de 2013

¿QUÉ PASARÍA SI EL CORAZÓN TUVIERA ABREFÁCIL?


¿QUÉ PASARÍA SI EL CORAZÓN TUVIERA ABREFÁCIL?

Taller de Narrativa. Loquepienso,loescriboaquí. Nº 9 (Jaén, 11 de marzo de 2013)

      Como un pajarillo que te observa, esquivo, dando pequeños saltos en las ramas hasta que desaparece, así él te miraba, como te sentía. ¿Acaso no le has visto dejar caer al suelo su mirada humilde cuando le subías un tono la voz? Lentamente, después, la transportaba de una cosa a la otra hasta encontrarse con tus ojos.  Él sonreía y callaba como libre de cualquier sospecha. Trataba de superarse y, a veces, lloraba y se reconfortaba. Esa era su forma de mostrar el sufrimiento, aunque tú nunca te dieras por enterada.
Si su corazón hubiese tenido un abrefácil, de acceso rápido, para intubarlo y desbrozarlo de obstáculos,  se hubiese salvado. Atrás quedaban los días de hartura sin medida para saborear todos los manjares, de realizar todos los prodigios y  cumplir todas las posibilidades que dieron lugar al desenlace.
Sería buena noticia que alguien diseñara un mecanismo para insertarlo a nuevos hombres cíborg que quisieran perpetuarse y transmitir todo lo aprendido en su vida. Y que pudieran ser desconectados, sin riesgo de padecer cualquier dolor, el dia en que su salud lo requiriera.

Cristóbal Encinas Sánchez

jueves, 21 de marzo de 2013

EL CANDONGO


                                                            EL CANDONGO
Para el Taller de Narrativa  Loquepienso,loescriboaquí  (utilización de lugares comunes” en los textos) Nº 8

    De un tiempo a esta parte, el Candongo no sabía cómo poner el huevo en el nido ajeno. Andaba siempre pensando en cómo obtener los beneficios producto del trabajo, pero sin haberse entregado al mismo: otros lo hacían por él.

Cuando el calor llegó para quedarse, se había convertido en un mentiroso compulsivo. Y como las mentiras tienen las patas muy cortas, se le vio el plumero. Los compañeros le demostraron con creces su intención. “Quien mal anda mal acaba” -dijeron las malas lenguas.
Se respiraba una tensa calma a su alrededor. Otra novedad les llamaba poderosamente la atención: implicaba a sus compañeros en posibles negocios que nunca se llevarían a cabo, y siempre por falta de claridad meridiana. Era un embaucador  redomado, por lo que todos empezaron rehuirle. En vista de lo ocurrido, su empresa le buscó las cosquillas y lo apartó de sus funciones.
Llegó el mes de noviembre con todas sus inclemencias. Pero él sufría los efectos de otro temporal interior mucho más virulento. Ya no derramaba lágrimas de cocodrilo, como dijeron por lo bajini;  pero en soledad lloraba como una magdalena. Había perdido la sonrisa y se había quedado en las guías.

Era la hora de la verdad:  le había llegado su sanmartín.

Cristóbal Encinas Sánchez
(Jaén, 12 de noviembre de 2012)

domingo, 17 de marzo de 2013

UN COMENTARIO APRESURADO


                     UN COMENTARIO APRESURADO

Para el Taller de Narrativa. Nº 7. Loquepienso, loescriboaquí,
 Lema: Las prisas.    

     Fui a pedir cita al traumatólogo. La sala de espera rebosaba. Había cola para salir. Hacía calor y dejé la puerta entreabierta. Me quedé próximo a ella para estar fresquito y aligerar el tránsito. Tras unos minutos, un paciente resopló:
      -“Se va a escapar el gato”.
Comprendí al instante que lo decía por mí y me di por aludido.
     -No he cerrado la puerta para tenerla expedita y  los ya visitados saldrán más deprisa-. Eso es lo que alegué al imprevisible contertulio, pero no lo aprobó. Le dolía la espalda y con el encañonado biruji más. Cerré sin dilación. - Solo vengo a pedir cita y me voy- le dije, para su tranquilidad.- El calor seco va bien para el dolor. Nosotros disponemos de una manta eléctrica que ha funcionado bien hasta hace unos días. Su termostato está fabricado en Cataluña. Lo repararé-. Fue mi expresión para salir del paso.
       - Yo también tengo una, de marca alemana- respondió amablemente.-Es del tamaño de esta radiografía-  y me la mostró. Su mujer, que estaba sentada junto a él, argumentó sin demora:
       - Cuando en casa se avería algún aparato, mi marido lo compra nuevo sin pensárselo dos veces. Porque si cuesta arreglarlo veinte euros y nuevo vale cuarenta, no merece correr riesgos y perder el tiempo.
Yo le dije que sí lo merecía. Y secundé:
       - En una ocasión, en Barcelona, se estropeó el cierre de la puerta de la  lavadora. Lo sustituí fácilmente por otro y siguió funcionando bien durante varios años. Me me costó barato: doscientas pesetas- dije con plena satisfacción.
  - Fue por eso de la pela, ¿no? – me interpeló él.
  -¡Hombre, claro!- deslicé el dedo índice sobre el pulgar, indicando dinero.

La enfermera me llamó para concertar cita. Cuando ya me iba, esta le dijo a mi interlocutor que el médico le esperaba. Pero antes de entrar a su consulta se volvió hacia mí, con un gesto imprevisible, y me preguntó:
       - ¿Nació usted en Cataluña?
Todos los asistentes se volvieron hacia mí un poco extrañados.
  - ¡No! ¿Se me nota?  Soy de Badajoz.
  - ¡Ah! Es que usted ha estado hablándome de Cataluña y ya estaba harto.
He roto radicalmente con ellos, no los trago.
   - Bueno, hombre, tampoco es para tanto- susurré.
   -¡No quiero seguir la conversación! Por cierto, el champán de Badajoz está buenísimo y es barato. A 1.80 euros la botella.
   - Muy bueno, sí-. Le reconocí, alejándome.
Pensé que algo desagradable le ocurrió en esa región y por eso manifestó sus sentimientos sin ningún reparo.
-        Adiós.¡ Y que se mejore usted!- dije.

Acto seguido salí, y esta vez dejé la puerta bien “tancada”.

Cristóbal Encinas Sánchez  (Jaén, a 3 de diciembre de 2012)