CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ
Procuraré no dormir pronto en
esa parcela
sembrada de geranios blancos.
En cuarenta años de tiempos apacibles,
no tuviste un momento de criarlos agrios.
Renuevo en mí la alegría,
sin adversidades ni tropiezos;
los tonos ocres serán molidos sobre la tierra regalada
que se extiende fértil.
Odio el tiempo yerto, las desavenencias con la vida,
los momentos incomprendidos,
la dejadez impune;
los clamores de voces rotas
salidas de gargantas estresadas
que no han sido escuchadas suficientemente
y que espero sigan clamando todavía.
Y al tiempo receloso, ausente,
que te obliga a ser emboscado,
también lo odio.
Anoté en mi memoria las vivencias plenas,
los aciertos, para que no se me olvidaran
y que ahora tanto anhelo,
las nostalgias por los momentos bellos;
un tiempo de otoño generoso,
al final de esta estancia
y que lo inunda todo.
Mejor ahora, pensando a duermevela,
estaré mejor unido a ti florecida
entre los geranios blancos.
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