EL CANDONGO
Para el Taller
de Narrativa Loquepienso,loescriboaquí (utilización de lugares comunes” en los
textos) Nº 8
De un tiempo a esta parte, el Candongo no
sabía cómo poner el huevo en el nido ajeno. Andaba siempre pensando en cómo
obtener los beneficios producto del trabajo, pero sin haberse entregado al
mismo: otros lo hacían por él.
Cuando el calor
llegó para quedarse, se había convertido en un mentiroso compulsivo. Y como las
mentiras tienen las patas muy cortas, se le vio el plumero. Los compañeros le
demostraron con creces su intención. “Quien mal anda mal acaba” -dijeron las
malas lenguas.
Se respiraba una
tensa calma a su alrededor. Otra novedad les llamaba poderosamente la atención:
implicaba a sus compañeros en posibles negocios que nunca se llevarían a cabo,
y siempre por falta de claridad meridiana. Era un embaucador redomado, por lo que todos empezaron
rehuirle. En vista de lo ocurrido, su empresa le buscó las cosquillas y lo
apartó de sus funciones.
Llegó el mes de
noviembre con todas sus inclemencias. Pero él sufría los efectos de otro
temporal interior mucho más virulento. Ya no derramaba lágrimas de cocodrilo,
como dijeron por lo bajini; pero en
soledad lloraba como una magdalena. Había perdido la sonrisa y se había quedado
en las guías.
Era la hora de
la verdad: le había llegado su
sanmartín.
Cristóbal
Encinas Sánchez
(Jaén, 12 de
noviembre de 2012)
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