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domingo, 17 de marzo de 2013

UN COMENTARIO APRESURADO


                     UN COMENTARIO APRESURADO

Para el Taller de Narrativa. Nº 7. Loquepienso, loescriboaquí,
 Lema: Las prisas.    

     Fui a pedir cita al traumatólogo. La sala de espera rebosaba. Había cola para salir. Hacía calor y dejé la puerta entreabierta. Me quedé próximo a ella para estar fresquito y aligerar el tránsito. Tras unos minutos, un paciente resopló:
      -“Se va a escapar el gato”.
Comprendí al instante que lo decía por mí y me di por aludido.
     -No he cerrado la puerta para tenerla expedita y  los ya visitados saldrán más deprisa-. Eso es lo que alegué al imprevisible contertulio, pero no lo aprobó. Le dolía la espalda y con el encañonado biruji más. Cerré sin dilación. - Solo vengo a pedir cita y me voy- le dije, para su tranquilidad.- El calor seco va bien para el dolor. Nosotros disponemos de una manta eléctrica que ha funcionado bien hasta hace unos días. Su termostato está fabricado en Cataluña. Lo repararé-. Fue mi expresión para salir del paso.
       - Yo también tengo una, de marca alemana- respondió amablemente.-Es del tamaño de esta radiografía-  y me la mostró. Su mujer, que estaba sentada junto a él, argumentó sin demora:
       - Cuando en casa se avería algún aparato, mi marido lo compra nuevo sin pensárselo dos veces. Porque si cuesta arreglarlo veinte euros y nuevo vale cuarenta, no merece correr riesgos y perder el tiempo.
Yo le dije que sí lo merecía. Y secundé:
       - En una ocasión, en Barcelona, se estropeó el cierre de la puerta de la  lavadora. Lo sustituí fácilmente por otro y siguió funcionando bien durante varios años. Me me costó barato: doscientas pesetas- dije con plena satisfacción.
  - Fue por eso de la pela, ¿no? – me interpeló él.
  -¡Hombre, claro!- deslicé el dedo índice sobre el pulgar, indicando dinero.

La enfermera me llamó para concertar cita. Cuando ya me iba, esta le dijo a mi interlocutor que el médico le esperaba. Pero antes de entrar a su consulta se volvió hacia mí, con un gesto imprevisible, y me preguntó:
       - ¿Nació usted en Cataluña?
Todos los asistentes se volvieron hacia mí un poco extrañados.
  - ¡No! ¿Se me nota?  Soy de Badajoz.
  - ¡Ah! Es que usted ha estado hablándome de Cataluña y ya estaba harto.
He roto radicalmente con ellos, no los trago.
   - Bueno, hombre, tampoco es para tanto- susurré.
   -¡No quiero seguir la conversación! Por cierto, el champán de Badajoz está buenísimo y es barato. A 1.80 euros la botella.
   - Muy bueno, sí-. Le reconocí, alejándome.
Pensé que algo desagradable le ocurrió en esa región y por eso manifestó sus sentimientos sin ningún reparo.
-        Adiós.¡ Y que se mejore usted!- dije.

Acto seguido salí, y esta vez dejé la puerta bien “tancada”.

Cristóbal Encinas Sánchez  (Jaén, a 3 de diciembre de 2012)

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