CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ
Ya se nos está olvidando la agresividad que tiene el virus Covid-19, y nos parece muy difícil que aún pueda aniquilarnos. ¿Pero será prudente proveerse de mascarillas suficientes para evitar, en caso de una reincidencia, los efectos de otra crisis sanitaria? Es de esperar que el Gobierno haya encargado una investigación para estimar cuántas mascarillas harían falta y almacenarlas estratégicamente. Los datos relativos al consumo se obtendrán de los hospitales, los centros de salud, consultas, farmacias y empresas de aprovisionamiento. Habrá que tener en consideración que a partir de ahora no habrá tantas empresas dispuestas a producir mascarillas, incluso desaparecerán algunas. Por tanto, habría que estimar –caso de nueva pandemia–, con las fábricas que quedaran, en cuánto tiempo se podrían producir las mascarillas necesarias. Y si hubiera que montar algunas de las que se desmontaron, para atender convenientemente a la población. Mientras, a la
espera de esa posible amenaza, habría que sincronizar la producción de
mascarillas con su consumo, utilizando primero las que tengan fecha de
caducidad inminente, ya que desde su fabricación hasta su utilización pueden
pasar dos años. Todo esto es para evitar los meses de angustia e impotencia que
pasamos al comienzo de la pandemia en 2020.
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