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martes, 25 de febrero de 2014

MI TÍO, EL CABALLISTA

                 


                                MI TÍO, EL CABALLISTA                                 Cristóbal Encinas Sánchez

     Mi tío Ricardo lo sabía hacer todo. Trabajaba en el campo, pero lo que a él le gustaba era el trato directo con la madera. Empezó a dar solfeo cuando tenía doce años. Al llegar la guerra, tuvo que dejar la escuela. Y todo se echó a perder, porque también murió su padre. Entonces se encargó del mantenimiento de su familia.

Comenzó a trabajar de sol a sol. Como no ganaba lo suficiente, con dieciséis años determinó irse a Francia, a la cría de caballos. En sus ratos de asueto, talaba los frondosos pinos de la finca. Sus potentes percherones le ayudaron, incansables, en el arrastre de la madera que, después de secar y almacenar, vendía con profusión.

Tras veinte años, regresó al pueblo con una fortuna considerable. Había decidido montar una empresa familiar de fabricación de guitarras y violines, con un  lutier amigo que conoció en el país vecino.

3 comentarios:

  1. Esa historia, solo la puede llevar a cabo una persona, que como dices, sepa de todo.
    Un abrazo.

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  2. Gracias, por la apreciación.Mi tío tocaba el saxo y su libro de solfeo lo tengo yo, el Hilarión, creo que le decían- método-. Con cuatro cordeles encuadernaba un libro -que aún poseo- dispuestas en el espaldar de una silla, y que luego pegaba con una gacheta de harina, porque no había otra cosa. Y tenía una caligrafía digna de un escritor antiguo. De él copié yo algunos trazos que perduran. Aunque no trabajó en Francia sí lo hizo en el pueblo. Y cortó muchos pinos, previamente seleccionados, que se convirtieron en vigas que soportan un tejado desde hace más de 70 años. Y bien curadas.

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  3. También se dedico a plantar caquis.

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