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jueves, 12 de febrero de 2015

SIN CUARTELILLO

CRISTÓBAL ENCINAS SÁNCHEZ


                                           Foto proporcionada por P. Otaola

LEMA: SACÁRSELO DE LA CABEZA


Cuando alguien le dijo: "Ten cuidado y no se te ocurra preguntar —aunque sea por una verdad que corre de boca en boca—  ni des ningún nombre, porque nadie va a respetar los derechos de ninguno de los buscados", él no se lo podía creer, pero todo le indicaba que se las tomarían por su mano.
No era capaz de sacarse de la cabeza aquellas palabras. Si no cumplía ahora, toda su credibilidad quedaría en suspenso.                                           
Aquella  misma noche, escondido detrás del postigo de su ventana, observó a un tropel de personas entrar en la iglesia. A altas horas de la madrugada, después de oír dos gritos desgarradores, vio pequeños grupos salir por la puerta trasera de la casa del cura. La desbandada se generalizó. Allí se estaba cociendo algo que no le gustaba y no esperó más.                    

Se preparó con una escopeta y llenó su morral con alimentos frescos y una botija pequeña. Saltó la tapia del huerto y se lanzó campo a través para alejarse rápidamente. A continuación se cobijó en las cuevas de los montes cercanos.
Los que iban con el estraperlo, bien de madrugada o al caer la tarde, raramente se encontraban con la guardia civil. Esta les preguntaban sobre los huidos.y les Informaban de que en caso de encontrarse con alguien que pedía pan por caminos apartados y a cambio les ofrecía piezas de caza con buenas maneras, que se fijaran bien en su rostro o se quedaran con alguna pista que lo pudiera identificar, pues podía ser uno de los elementos que buscaban.
Pasó un mes y la guardia civil no pudo encontrarlo, por lo que preparó una emboscada. . Fueron cercando una vasta extensión de terreno, de manera que nadie de los que se escondieran por aquellos parajes pudiera imaginarse. 
Cuando llegaron a los montes por donde se habían encontrado algunas huellas. las siguieron hasta llegar al río, lugar por el que él se metía hacia la espesura. Era un sitio proclive a resguardarse, por lo que comenzaron a reducir el círculo. Se veía claro dónde se escondía.
Durante varios días estuvo sitiado. En tan reducido espacio, y sin comida, no le cupo otra posibilidad que la de entregarse.
Pero ya era tarde. Cuando le atraparon, ni escucharon sus razones ni le dieron cuartelillo.

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